“El hombre
se ´reconoce´humano al arriesgar su vida para satisfacer su Deseo humano, es
decir, su Deseo que se dirige sobre otro Deseo. Pero desear un Deseo es querer
superponerse a si mismo al valor deseado en ese Deseo. Porque sin esta
sustitución se desearía el valor , el objeto deseado y no el Deseo mismo.
Desear el Deseo de otro es pues en ultima instancia desear que el valor que yo
soy o que ´represento´sea el valor deseado por ese otro: quiero que él me ´reconozca´
como un valor autónomo” (La dialéctica del amo y el esclavo en
Hegel, La Pléyade, pág 15 citado en Modelos, esquemas y gráfos en la enseñanza
de Lacan de Alfredo Eidelstein)
El Deseo es el deseo del Otro diría Lacan. Qué es
entonces a luz de las reflexiones de Hegel la lucha de clases, la búsqueda de objetos o
de su referente de intercambio como el dinero. Qué se pone en juego en la búsqueda de poder, el
estatus, las relaciones laborales, el mercado, el ser y el tener. Qué
implicaciones tiene el deseo en el punto donde el esnobismo rebasa a lo necesario,
y por qué no, en sus más acá y más allá.
Nuestra condición de deseantes evoca
necesariamente nuestra relación de Sujetos frente al Otro, y obligatoriamente
el reconocimiento de la falta implica un acto subversivo en donde se vuelve
necesario tomar una postura ética que paradójicamente no puede ubicarse como
ideológica sino por lo contrario estar en las antípodas de todo discurso que
positiviza esta falta.
Esta posición hace particularmente sensible la lectura de un “hecho
social” desde la teoría psicoanalítica porque se corre el riesgo de hacer del deseo un objeto; sin embargo, el “ser analista” es una
posición dentro de la escucha clínica y habrá que interrogar si existe y de ser
así cual sería la posición del psicoanálisis fuera de este espacio.
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