ÉTICA Y SUBJETIVIDAD: SPINOZA Y LACAN


Son apenas pocos viernes los que llevo asistiendo al Grupo de estudio spinoziano. Realmente tendría que empezar diciéndolo, poco puedo decir de Spinoza! Y lo qué diré es más una lectura, sino una suposición. Así que mi intervención es la de dar cuenta de qué hago aquí. ¿Qué hace un psicólogo de profesión y psicoanalista de formación en un Grupo de estudio sobre la ética de Spinoza? 

Es por vía del psicoanálisis lacaniano que encuentro interés en la obra de Spinoza. No solamente porque la máxima “el deseo es la esencia del hombre” retumba en toda la teoría lacaniana, sino porque más allá de sus encuentros o diferencias, los temas de los que se ocupa Spinoza son como un cebo para los oídos de un psicoanalista. No hay proposición que no sea digna de perderse en ella.  Hay una especie de seducción que me confronta con cierta prisa impertinente, por lo que debo agradecer la paciencia que los filósofos puedan tener conmigo.

Se sabe que Lacan fue un estudioso de Spinoza,  está presente en su obra, y que se refirió a él en lo que llamo su “excomunión mayor”  cuando fue expulsado de la Asociación Internacional de Psicoanálisis. No creo pertinente hacer un paralelismo entre Spinoza y Lacan, pero podemos leer desde cierta posición a Spinoza y ver que preguntas nos plantea.  En una obra tan basta y compleja, encuentro un océano donde es fácil naufragar.  Es por eso que prefiero preguntarme por qué la dimensión ética está en el centro del psicoanálisis. Se podría concluir,  si se quiere, que  no hay psicoanálisis sin ética. Incluso se podría plantear de algún modo al psicoanálisis como una ética, en tanto obliga a tomar posición, y a hacerse responsable de ella. La posición de no ceder ante el deseo y apostar por el Sujeto.

Alguna vez has pensado realmente que quizás no seas tú desde donde hablas? Por ejemplo, en ese momento de perplejidad en el que te sorprende como ajeno lo que acabas de decir. ¿De dónde viene aquello que sale de tu boca pero no de tu voluntad?! Un lapsus, acaso una traición!! Es un lugar oculto donde algo falla, pero que a su vez está detrás de nuestras más arraigadas creencias, de las verdades a las que no estamos dispuestos a renunciar. Un agujero en el saber al que Freud llamo inconsciente!

Cuáles serían las implicaciones si tomamos en serio lo inconsciente!? Si el lugar de la intención no coincide con el lugar desde el que uno habla, ¿Qué queda de ti, qué eres? Es fácil perderse en la fantasía de un determinismo inconsciente, una fuerza oculta incontrolable que me delata y de la que no puedo dar cuenta. De eso Yo no tengo nada que ver. Sin embargo, es gracias a que ese inconsciente opera, que somos lo más alejados a una máquina. No somos solamente un mecanismo de engranajes, mecánicos, biológicos, neuronales  o instintuales, incluso culturales. Al contrario, la pregunta que ese agujero abre es por el deseo!! ¿Qué quiere? Pregunta el diablo al ser invocado!

Partimos de que no hay ética sin Sujeto, y no hay sujeto sin deseo, ni deseo sin un agujero indomable. Este no es estrictamente el deseo spinoziano, pero podríamos decir que es gracias a que el deseo es la esencia del hombre que es posible una Ética. Para entender esto hay que diferenciar esta ética de la del ideal, de lo universal e imperativo;  ya que allí no hay posibilidad de subjetividad como lo entiende el psicoanálisis. Es decir,  en un universo completo donde nada falla, no hay posibilidad de un acto ético. El deseo implica la posibilidad de una cierta elección, incluso de la elección que hacemos frente a lo que podemos llamar el destino, suponer uno es ya una elección.

Aquí se despliega una cuestión clásica e irresoluta entre la libertad y la necesidad. ¿Es posible una ética sin libertad? ¿Hay ética en un universo necesario? Esto se comprende bien si entendemos que el Dios de Spinoza no es bondadoso ni castigador, es por ello que no es una cuestión de amor. Al no existir un Dios con barba, antropomorfo,  el mordisco de la manzana del árbol del bien y del mal, comprueba la finitud de Adán que en su ignorancia no conocía las causas y por ende sus consecuencias. Es por ignorancia que el humano es desterrado de un mundo ordenado. Spinoza al des-subjetivar a Dios comete su peor herejía.  En un solo movimiento Spinoza devuelve su destino al humano, de las garras de un dios caprichoso, pero eso no le impide tener que salir del Edén, si alguna vez estuvo en él. Si nos ponemos poéticos podríamos decir que el hombre creo a Dios cuando este lo exilió.

Un Dios subjetivizado, es para Spinoza la ficción que imaginamos, producto de nuestra ignorancia sobre las causas infinitas. Sin embargo este Dios no localizable tapona todo el universo con su presencia. Lacan es más radical que Spinoza. Es la idea de un todo, lo que de hecho viene a taponar un agujero irreductible. Para el psicoanálisis en el centro de la experiencia subjetiva yace como causa un agujero insondable, un Real lo llama lacan; que puede tomar la forma de lo que queda por fuera de lo simbólico, pero también como imposible, e incluso como impotencia. Con este vacío solo podemos operar por sus bordes, como un agujero negro del que sabemos solo por sus efectos. Este vacío es una hipótesis necesaria que se traiciona a si misma por intentar nombrar lo inefable. No es sino en los tratamientos de este agujero, de esta falla en el saber, que el Sujeto deviene como efecto. 

El universo de Lacan es el del lenguaje, pero un universo agujereado, no-todo. Esto implica que no exista un Otro garante. No hay metalenguaje, no hay significante que se signifique a sí mismo, es decir, no hay una dimensión de referencia que garantice un horizonte, un punto de fuga hacia dónde dirigirse, una verdad. Para el psicoanálisis no hay proporción sexual, es decir que no hay intersubjetividad, la disparidad subjetiva implica también una soledad subjetiva, pero que a su vez no puede ser sin el Otro.

Es por ello que para el psicoanálisis no hay una clasificación psicopatológica en función de los ideales sociales de normalidad. Es decir, no hay norma psíquica. La normalidad es también una decisión que de hecho hay que defender. Suponer una normalidad, es hacer consistir la suposición de que realmente hay algo que nos pone en común, ¿la esencia del hombre?, ¿el deseo es normalizable?. ¿Qué cura es posible sin ideal?


Es por ello que la hipótesis del inconsciente, agujerea la ficción de un Yo completo, lo denuncia como una imagen, una función especular de identificaciones e ideales. El Sujeto no es entonces el Yo de la psicología, dueño de sí mismo, erguido sobre un ¡Si se puede!.  Es por ello que si hay una decisión ética en el Sujeto, será la de la posición que tome frente a su propia falta y la de la no garantía del Otro. El Sujeto del deseo es un sujeto efecto de lo que no marcha, un efecto de la falta en ser y solo porque la cosa no marcha es que puede posicionarse de manera ética. Si Spinoza hace un llamado al conocimiento de las causas, Lacan coloca en el lugar de la causa un objeto, con la condición de que este perdido desde y para siempre. Parece evidente una disimetría entre Spinoza y Lacan; sin embargo, hay un punto de encuentro en que quizás la única libertad a la que se puede aspirar es la de hacerse cargo de su condición finita. ¿Qué tiene que ver usted en lo que le sucede? Pregunta el psicoanalista!

TERCER ESPACIO Y PSICOANÁLISIS

Curiosa casualidad que en una lectura de váter, en una revista de arquitectura me encuentre un artículo de Zizek (2010) sobre el El Tercer espacio. Con su agudeza peculiar Zizek describe un gran ventanal, instalado en Corea del Sur, que sirve de escaparate para observar la inhóspita franja desmilitarizada que hace de borde y división con sus vecinos norteños. En respuesta, Corea del Norte instala la falsificación de una ciudad, una maqueta en tamaño real, con casas bonitas, dice Zizek, las que se encienden por las noches y son visitadas obligatoriamente por gente de los alrededores en trajes dominicales. “De este modo, Corea del Norte –observada desde un lugar seguro en Corea del Sur- acaba resultando un espectáculo sublime; a la inversa, también la democracia puede parecer sublime vista desde la perspectiva de un régimen totalitario” Concluye Zizek(2010).

Ambas instalaciones no dejan de ser fachadas, que encubren justamente el espacio de intersticio. Este tercer espacio es el de las cañerías, los cables, las instalaciones. Un espacio renegado que alberga los desechos, monstruos, ratas; seres que habitan justo debajo de nosotros, alrededor, entre las paredes. El artículo de Zizek deja entrever que existe una brecha en la relación que existe entre la forma y la función en arquitectura, entre el exterior y el interior. “Lo que ésta intrusión mutua indica es que el Interior y el Exterior nunca ocupan el espacio completo”(Zizek, 2010). El interior y el exterior no son espacios complementarios, sumarlos no elimina el borde que opera en tanto reprimido y en el que ubicamos lo que queda de resto, de desecho, un residuo, un vacío.

Sabemos que el psicoanálisis no ha retrocedido ante el agujero ni el resto. Por el contrario, opera con él y moviliza al Sujeto a hacerse cargo. Salgo del váter con la sensación de que algo se escapa en la lectura de Zizek. No solo es la estética de la arquitectura en donde se puede identificar este lugar incómodo, también está en la estética del cuerpo. Hay cuerpos a los que nos resulta sorprende imaginarlos comiendo, descomiendo, gozando sexualmente, incluso bailando, o escribiendo sobre la mierda. Cuerpos del ideal, de la autoridad, de lo políticamente correcto, cuerpos de la transferencia. Me pregunto si lo innombrable en Dios sea justamente su corporeidad! 

La reflexión final de Zizek apunta a que la arquitectura es incapaz desde “fuera” de dar cuenta de los antagonismos sociales o ideológicos, “pues cuanto más intenta la arquitectura conservarse pura –estética o funcionalmente- más reproduce, perpetuándolos, esos antagonismos”(Zizek, 2010). Hay entonces una relación de exclusión entre un discurso que pretenda mantener sus bordes delimitados, y la posibilidad de una reflexión crítica que no le devuelva su imagen ideal. Si el psicoanálisis necesita trabajar el borde para no confundirse principalmente con el psicologismo, las neurociencias  y la sociología; corre a su vez el riesgo de sumirse en una teoría estética que no tenga en cuenta el lugar inhóspito desmilitarizado de ambos bandos. Lo que podría ser más preocupante es que el psicoanálisis se ubique en un cierto ascetismo intelectual que no tenga nada que ver con lo que atasca las cañerías del mundo.

Zizek, Slavoj. (2010) El Tercer espacio. Arquitectura Viva, 134, Pág. 112.

MIENTRAS TODOS DUERMEN...

Mientras todos duermen…

Siempre quiso pensar que ser escritor e insomne era una buena combinación. Esa noche, habiendo enredado con su mano las agotadas palabras, intentó dejarlo, levantar el puño, pero intuye nuevamente una noche larga. El punto final no llega para tranquilizarlo y solo el automatismo de la rutina lo saca de su estado, sale a pasear al perro mientras todos duermen.  Lo prefiere así, en el anonimato de la noche donde no se siente obligado a recoger las mierdas del animal. Al regresar continúa con su tarea, motivado por un desvelo que se confunde con una cierta prisa, una exigencia que lo domina. Cansado se pregunta si realmente quiere llegar al punto final.

Su arte de escritor tuvo siempre menos de academia que de terapia y algo de esotérico. Cuando parecía al fin sucumbir al cansancio y decidir dejarlo, retoma el hilo para agregar una palabra más a la serie incompleta de su ficción. Se para en seco, cavila, se obliga a vaciar su vejiga, pero esta se resiste tanto como su imaginación. Al poco rato regresa, chasquea las teclas e inmediatamente amaga nuevamente una huida, esta vez sí motivado por lo que llama la maldita naturaleza. Si tan solo podría dejar durmiendo su cuerpo y su cansancio junto al de Teresa, quizás podría así terminar al fin ese interminable relato.

La mañana no espera a su insomnio y sabe que en el desayuno discutiría con ella. Una mujer pulcra, profesional y muy ordenada, sabe siempre dónde colocar el día y la noche. Le reclama su desorden, que no luzca corbata, ni tenga silla fija en uno de tantos cubículos al que estaba destinado desde las expectativas paternas. Esconde cierto desprecio inconfeso por el arte que la enamoró, no tanto por insensibilidad literaria, sino porque le recuerda que su amor reposa en las cartas que están junto a las postales de otros tiempos que nunca más volverá a vivir.

Las riñas como era costumbre, empezaban de manera tan absurda como la historia que esa mañana la desencadenó. La tetera anunciaba a gritos el agua en ebullición infernal, mientras el noticiero llenaba el vacío de la pareja con la crónica roja propia de los primeros reportes matinales. Una mujer indigente había sido quemada viva durante la noche por el aparente juego cruel de unos adolescentes, anunciaba la voz grave del reportero. Esa si es una verdadera historia, dijo Teresa sin mirar siquiera a su esposo, y sin la menor conmoción por lo brutal de las imágenes que el noticiero repetía una y otra vez para fidelizar al morbo de sus imperturbables clientes.

Él mismo casi ni se inquietó por la noticia. “Una verdadera historia” pensó, resonándole en esa frase el desdén contenido de su esposa. Buscar las razones del crimen les bastó para comenzar un toma y daca, la discusión anunciada se acaloró en medio del debate sobre el porqué de esta sociedad enferma.  Justo antes de llegar a elevar el tono de voz, la bronca se interrumpió con el portazo matinal ya conocido por los vecinos, un sonido seco que anunciaba la salida de una mujer insatisfecha.

El portazo le dejo la rabia inconclusa. Qué habría querido decir Teresa con una "verdadera” historia. Una vez despejada la nube de argumentos ya inútiles para una discusión que había terminado, sintió que las palabras de Teresa le caían como un juicio sobre su propio talento. Acaso sus historias cargadas con el esfuerzo de toda una noche no merecerían el calificativo de la verdad; cómo competir con la realidad armado tan solo con su ficción nocturna.

Quisiera seguir escribiendo pero necesita la prisa de la noche, ahora que nadie le espera ya no siente la misma urgencia.  Pasa el día y no deja de pensar en  la discusión de la mañana, mientras le asalta la expectativa de algo que no termina de entender. Algo lo inquieta, pero no alcanza a saber qué y nuevamente se vuelve una prisa, la necesidad de justificar un enigma empezando por decifrarlo. Lo buscó en sus pensamientos, era una idea vaga, algo inquietante que se volvía cada vez más molesto. Sin saber qué buscar, se dejó perder,  para terminar espiando viejos cajones. Desenterró  recibos de caducada importancia, regalos de mal gusto ajenos al desgaste, fotografías de gente desconocida, unas viejas cartas de amor que apartó sin interés y junto encontró un escrito en el que de él solo reconocía su letra.

Era un cuento con poco estilo, sin mucha técnica y demasiado largo para su propio gusto, seguro uno de esos primeros ensayos en la academia, pensó.  Lleno de tachones y correcciones,  narraba una escena policíaca llena de lugares comunes, una vecina testigo, un transeúnte cómplice, una historia de amor; todo giraba alrededor de la muerte de una mujer abrasada por el fuego. La escena era inconfundible, era imposible ignorarla, incluso podría servir de guión para la voz grave del noticiero.
Teresa volvería en poco tiempo. Sin entender por qué, como quien elimina las huellas de un crimen, quiso deshacerse de él pero no pudo. Pensó entonces en corregir el cuento. Se enfrascó en cavilaciones, buscaba otros motivos, otros escenarios, pero la historia se resistía a sus recursos literarios, a un nuevo desenlace.

Esta vez no le sirvió de consuelo el recurso a sus acostumbrados bloqueos literarios, le faltó poco para reconocerse como un escritor fracasado. Tuvo que levantar el puño. No pudo ver la causa que le faltaba, un argumento que no le pertenecía, un motivo del crimen que le era ajeno. Piensa en el destino.  La jornada termina, los vecinos llegan a sus casas. Un nuevo portazo anuncia el comienzo de una noche larga.


Santiago Rueda M / 2016

CRISIS: RESISTENCIA SUBJETIVA, BIGDATA Y LAZO SOCIAL


Noticia:

“Hitachi ha introducido hoy un sistema que, al menos, promete predecir dónde y cuándo es más probable que ocurra un crimen investigando una serie de datos desde estadísticas criminales a los mapas de transporte público, desde la previsión meteorológica a las redes sociales.

Hitachi no cuenta con superhéroes, cuenta con su Predictive Crime Analytics(PCA), cuyo "superpoder" es recoger una cantidad inmensa de daros de sensores y datos de Internet de múltiples fuentes.



El machine learning es la nueva meca de la Inteligencia artificial y, por ende, del futuro. El objetivo es construir una red computacional distribuida que aprenda de los datos recopilados para extraer patrones y anomalías que nosotros los seres humanos no somos capaces de detectar por la increíble cantidad de datos a analizar y operaciones matemáticas a realizar”[1]





Propongo a partir de esta noticia reflexionar sobre los ya conocidos efectos del Bigdata y proponer qué sería una revolución industrial tomando en cuenta los efectos en el lazo social que acompaña. Para a continuación cuestionar la vía del orden y el control frente a la necesidad del pacto. Por último rescatar paradójicamente la crisis como una herramienta de resistencia subjetiva frente a los esfuerzos de remediar el malestar en la cultura.

Es sabido que las armas que utilizan “los unos” han sido susceptibles de ser utilizadas por “los otros”. Bienvenidos a la era del Bigdata, ya aparecerá con más escándalo en las noticias el “Hitachi” del crimen, siempre con cañones o procesadores más poderosos.

Pistolas, diagnósticos, pastillas, bigdata… ¿herramientas para apalear (o provocar) la precariedad del lazo social? Propongo plantear que una revolución tecnológica no puede pensarse solamente en términos de los paradigmas del rendimiento de las máquinas o el procesamiento de la información. Una revolución tecnológica implica un cambio de paradigma radical frente al uso que hacemos de la tecnología, y es bien sabido que la evolución tecnológica ha ido de la mano y al servicio de las relaciones de poder vigentes. Monarcas, feudales, burgueses, empresarios, se han adaptado y a su vez provocado cambios tecnológicos que organizan modos discursivos de ordenar el lazo social.

Si sumamos argumentos críticos al controversial uso del Bigdata, en las aplicaciones de Inteligencia artificial en las “ciudades inteligentes”, es fácil caer en la cuenta de los fines posibles e incluso quizás inevitables de control y normalización. Ya Freud en El Málestar en la Cultura (1930) da cuenta de cómo los “valores sociales” de orden e incluso higiene están al servicio de la represión. Lo que Freud llama represión no es sino la resistencia ante el agujero imposible que se abre y que viene a ser llenado con artificios y dispositivos sociales, diseñados para suturar la imposibilidad del lazo social.



Si por estructura la relación complementaria no existe entre los sujetos sociales,  ¿qué estamos defendiendo al criticar el uso cicatrizante del bigdata? Hay que entender que el agujero en las relacione sociales son a su vez lo que las permite y provoca. Paradójicamente el uso de la tecnología para tapar la brecha del orden social, resulta persecutorio e impide que haya la posibilidad de un verdadero pacto.

La posibilidad del pacto se da solamente en tanto no hay garantías, ahí donde la regla natural falla y hay que vérselas con el valor de la palabra. Hay que insistir que el pacto es solo posible en el orden simbólico. Lo simbólico implica poner una cosa en el lugar de otra y eso vuelve imposible establecer un punto de referencia que garantice una verdad. Justamente por ello, las implicaciones de establecer un punto de capitón tienen valor de pacto.

La ley, simbólica por definición, intenta anclar el orden simbólico planteando las reglas del juego y sus penalidades. Comprobamos a diario que por vía del control o el contrato no hay garantía de regular el lazo social. Es necesario entonces volcar los esfuerzos, no a más efectivos sistemas diciplinarios o de control, sino a mejores dispositivos sociales que generen lazo social a través del pacto.   

Si la nanotecnología molecular, el Bigdata, los criterios diagnósticos, entre otros esfuerzos,  podría “resolver” la falla en el lazo social, dejaría de haber lazo, lo que anuda ya no sería más necesario. Instalada esta utopía, la crisis deja de existir, dado paso a la distopía del fuera de la subjetividad. Los esfuerzos bajo la pretensión de taponar lo que falla no solo están por estructura destinados a su fracaso, el peligro está en que en su obstinación instalan una promesa ideológica que tiene como horizonte la negación del sujeto, es decir, de la dimensión subjetiva propia de la crisis.

Si definimos la crisis como el encuentro reiterado con lo que falla, hay entonces que preservarla. Una dimensión necesaria de la crisis es la que tiene el efecto de ahuecar para provocar las invenciones sociales y subjetivas. Quizás es necesario dejar un punto ciego al ojo del Bigdata para preservar la necesidad del pacto sobre el control. El reto está en crear dispositivos discursivos y sociales que posibiliten el pacto sobre el control como herramienta de resistencia subjetiva en el lazo social.





[1] https://www.hds.com/corporate/press-analyst-center/press-releases/2015/gl150928.html

CEREBRO Y LENGUAJE: ¿Es posible una aproximación multi-paradigmática?

Si nos regimos por la lógica evolucionista, es evidente que el sonido estuvo antes que el cerebro. Por supuesto, estrictamente hablando, no hay posibilidad de sonido sin el órgano sensorial. Sin embargo, caricaturizando un proceso evolutivo; las fluctuaciones de presión del aire producidas por un objeto al caer, el golpe entre las partes del propio cuerpo, o la presión del aire que sale del orificio por donde los aun no humanos se alimentaban, fueron modelando al "cerebro parlanchin". Si el sonido precede al órgano, entonces no es el cerebro quien evolucionó para que hablemos, por el contrario fue el sonido y el complejo de los sentidos que vienen de fuera los que fueron modelando un cerebro hablado. Esto no es nada nuevo para la ciencia, pero si descentramos el interés en la materia biológica, podemos decir que el cerebro es también dependiente del lenguaje y por supuesto, podemos añadir un viceversa.  

Cada vez que un niño nace comprobamos que no viene al mundo con el lenguaje, por el contrario, la lengua le viene de afuera habitándolo. Incluso ante la falta de lenguaje, vemos que las funciones superiores del cerebro no se desarrollan. Un "humano" fuera del lenguaje no procesa la información abstracta, no planifica ni evalúa como lo hace un niño que esta inmerso en la palabra. Las experiencias de niños que han crecido aislados, revelan que su comportamiento es más parecido a un animal. En estos casos, una vez encontrados, su mayor humanización es correlativa al grado de inmersión en el lenguaje que han tenido.  

Cuando me refiero al lenguaje no lo hago solo a la palabra vocalizada, me refiero a la función simbólica inscrita en la relación al otro. El otro se dirige a un cuerpo tierno suponiéndole un sujeto que entiende, que quiere, que desea y en este movimiento inscribe a la vez el deseo del niño. Es por esto que el lenguaje no debe reducirse meramente a su  función de comunicación, o su función cognitiva intelectual. El lenguaje es la operación que crea una relación subjetiva con el semejante, que humaniza e inscribe la subjetividad. El lenguaje es un complejo  estructural simbólico discreto e infinito. Junto con su función metafórica y metonímica, es decir, de asociación y continuidad, sirve de materia de la memoria como inscripción significante, como huella. Si el lenguaje es tributario del cerebro, no por ello deja de ser en sí mismo un objeto de estudio necesario para la subjetividad, siendo imposible reducir los efectos subjetivos del lenguaje a su mera relación al órgano, ya que no depende solamente de las leyes fisiológicas. El psicoanálisis lacaniano rescata nuestra condición de seres-hablantes y el hecho de que nuestra realidad subjetiva esta inscrita dentro de la estructura del lenguaje, es decir, que nuestra realidad no se reduce a  la de la materia que nos rodea, sino que implica la lectura lenguajera que cada uno hacemos de ella. 

Me quiero servir de esta reflexión, para ver las implicaciones en los modos en que hacemos conocimiento. Hemos dado una preeminencia a la materia, lo que implica que la sustancia cerebral tenga más interés que la sustancia lenguajera o subjetiva. Si el cerebro se modela según el lenguaje, y a su vez no hay lenguaje que no este inscrito en el orden del formato biológico que lo acoge; la investigación no debe centrarse únicamente en el estudio del cerebro como órgano generador de realidad. Siendol cerebro hablado y moldeado por el lenguaje, los neurocientíficos deben preocuparse también  sobre qué es el lenguaje en su dimensión subjetiva. 

La dualidad mente-cuerpo y la preeminencia por la sustancia material, es el padecimiento ideológico no reconocido de la época. El avance  necesario de la ciencia tiene el efecto de inscribirse como una verdad irrefutable. Nuestra formación académica pasa por la burocratización universitaria del conocimiento al servicio del mercado, impidiendo una formación multiparadigmática. La generación de conocimiento se ha vuelto un campo de batalla en el que priman los narcisismos. Dejamos de defender teorías para defendernos. Miembros de una institución opuestos a otra, identificados y armados con el escudo del alma máter; fortificados en los privilegios o prestigios sociales que una disciplina tiene sobre otra, nos enfrentamos en nombre del conocimiento al rechazo del paradigma que excluimos e ignoramos. 

La mayoría de posiciones que defendemos las defendemos porque nos gustan, y nos gustan por una contingencia. Una elección vocacional temprana, la clasificación del bachillerato entre físicos, sociales o químicos, la profesión de un familiar con el que nos identificamos, el resultado de una prueba de aptitud universitaria, o simplemente por el prestigio de un docente o la pertenencia a una institución. Desde estos lugares armamos fortines de identificación que defender. 

Teorías de la subjetividad como el psicoanálisis lacaniano se resisten a entrar en la ideología científica, su noción de sujeto no se sostiene en las bases biológicas sino en los efectos que la estructura del lenguaje tiene sobre un cuerpo subjetivo, significante y no biológico. Esto le ha merecido al psicoanálisis un lugar de exclusión, desde donde los psicoanalistas nos refugiamos marcando aun más las distancias. 

Es importante tanto para científicos como para psicoanalistas establecer un diálogo epistemológico abierto. Esto no implica un eclecticismo ingenuo, ni la complementariedad entre los saberes. Hay que tomar posición, y las habrá que sostener desde su propia rigurosidad y contradicciones. Sin embargo, dichas posiciones deben sostenerse en un recorrido de investigación abierto y no atrincherado en la repulsión y la ignorancia. La historia demuestra que los verdaderos avances en el conocimiento no están mediados solo por vía de un nuevo descubrimiento en el saber, sino por las rupturas ideológicas de las épocas, permitiendo nuevos paradigmas para impulsar otros modos de entender e investigar.

EL PROPÓSITO DE LA EXISTENCIA Y LA SUBJETIVIDAD

Al comportamiento no le falta nada, es decir, que no hay comportamiento desviado del trazado de la vida,  incluso la muerte y la enfermedad,  si querernos ser estrictamente darwinianos,  están al servicio de la vida y viceversa.
 
La existencia no tiene un propósito. En este sentido un comportamiento desviado no es algo que sale por fuera de un order evolucionista.  Sin embargo,  a la esquizofrenia por ejemplo lo llamamos una enfermedad,  un síndrome,  un camino desviado o contrario al funcionamiento supuesto correcto de la vida.  Esta pretensión de normalidad y de cura, entendida como la solución del desvío,  es entonces propiamente humana,  es decir subjetiva. Todo propósito esta en el plano de lo subjetivo, si hay un orden en el universo no obedece a ningún propósito como se empeña la ciencia en descucbrir, incluso suponiendo a la subjetividad dentro del propósito de la adaptación de la especie. 

Al comportamiento no le falta nada,  si algo le falta,  si falla,  es porque es subjetivo en su concepción más profunda. La ciencia lleva en su corazón el elemento patógeno de la subjetividad.  Por qué valorar la vida,  por qué darle un propósito a la vida sobre la muerte o la enfermedad;  al punto tal de volver la muerte en contra de la existencia.  Dar un carácter trascendente a la existencia es precisamente un efecto subjetivo.

La pregunta y el deseo de saber propio de la ciencia es ya un efecto subjetivo.  La pregunta por el origen,  por el big-bang y el orden universal, que recuerda el conteo obsesivo de las fisuras de un piso,  son justamente subjetivas.  No hay realidad humana que no sea subjetiva.  

Y sin embargo lo subjetivo no lo es todo,  hay un orden que limita y a su vez es límite.  Como ocurre con el tiempo y el espacio, la realidad y la subjetividad no existen por si solas y a su vez no se puede reducir la una a la otra. Este es el paradigma que nos ubicará como época en el punto ciego propio de cada momento histórico.  

Es por ello que es tan válido implicarse en descubrir el orden-caos universal, como en operar sobre los efectos subjetivos que imprimimos al mundo como humanos, estos últimos no son menos reales que los primeros, ya que no hay modo de salir de la necesaria consistencia y propósito que damos a la existencia,  pero a su vez hay que estar advertidos de que esta necesariedad se funda justamente en la imposibilidad de obtener una respuesta toda. 

CRISIS DEL PSICOANÁLISIS <> CRISIS DEL PSICOANALISTA


La consistencia del psicoanálisis


El psicoanálisis tiene su especificidad
en el campo de la subjetividad. 

El conflicto entre los paradigmas de las neurociencias-cognitivas y el psicoanálisis, radica en que actúan sobre campos diferentes, lo que no implica necesariamente su oposición. El psicoanálisis tiene su especificidad en el campo de la subjetividad, entendiendo campo como en su aplicación en las ciencias físicas, donde se define por el espacio que abarca los efectos de una magnitud,  por ejemplo, una carga electromagnética. Si dicho campo en el psicoanálisis se ciñe a lo subjetivo de la experiencia humana, no con ello los bordes de su efecto son delimitados o siquiera reconocidos. Cabe entonces la pregunta ¿hasta dónde se circunscriben los efectos subjetivos del ser hablante?

Asistimos a una época de ruptura, si bien toda época es de ruptura en tanto no es siempre la misma. En estas primeras décadas del segundo milenio comprobamos los efectos todavía presentes del siglo pasado, en el que en sus comienzos nace precisamente el psicoanálisis. En el ámbito del conocimiento, la ciencia regida por un método riguroso hace avances que le facultad ubicarse como un saber consagrado y hegemónico. Todo lo que quede por fuera del paradigma científico y su demostración no es válido, y pasa a ser asociado con el oscurantismo erradicado por la época de las luces. Aquello que no encuentra solución por la ciencia, en el mejor de los casos queda pendiente para su comprobación bajo la esperanza de una mejor tecnología que faculte su medición. En este escenario el psicoanálisis ha logrado instalarse como una ciencia privilegiada respecto a la subjetividad, a costa de tener que ubicarse en un lugar de exclusión propio de las implicaciones estructurales que tiene su formalización del sujeto y el objeto en psicoanálisis lacaniano; que no se acoplan a los ideales cientificistas. 

La formalización de los conceptos lacanianos implica un trabajo riguroso, como lo mostró Lacan en su vasta producción, realizando lecturas filosóficas, lingüísticas, topológicas; para a su vez alejarse de estas ciencias en la formalización sui generis de sus conceptos. Adentrarse en el psicoanálisis implica un esfuerzo epistemológico, que a su vez necesita del apuntalamiento de la experiencia analítica para dar cuenta de su pertinencia. Esta dificultad propia de la teoría y práctica  psicoanalítica, si bien no es garantía, da cuenta de su rigurosidad y a su vez se vuelto un velo insondable para el diálogo con otros campos del conocimiento. 

En esta época de ruptura, vemos como las ciencias se burocratizan, avalándose en publicaciones científicas que basan su reputación en sistemas de citación circulares, primando la lógica de la evaluación. Un aumento exponencial de profesionales -necesarios para un sistema que se sostiene en la acumulación y el ideal de éxito- obliga a los Estados a la revisión de su regularización, que no es otra cosa que un sistema de control que resulta como medicina ser peor que la enfermedad; ya que separa las aguas de los habilitados o no a ejercer una profesión de acuerdo a los criterios tecnocráticos del burócrata de turno. ¿Al servicio de quién está la producción de conocimiento?   

Si las ciencias médico-biológicas, psiquiátricas, neurocientíficas tienen el lugar privilegiado del aval científico, es a costa de cubrirse de los efectos del campo de la palabra-sujeto, es decir, de la subjetividad. Sin posibilidad de entender su ceguera refuerzan su rechazo al psicoanálisis en concepciones reduccionistas, basados en la ignorancia de la teoría o en el mejor de los casos en su total desconocimiento. Esto no solo afecta al psicoanálisis, su lugar en la práctica y su transmisión, sino principalmente a los paradigmas que no pudiendo apuntalarse en la subjetividad, no disponen de un punto externo  que module sus propuestas metodológicas y su práctica, dejando claramente de lado el campo subjetivo propio de los sujetos a quienes asisten.

Por otra parte el psicoanálisis lacaniano ha soportado los avatares de una época excluyente del sujeto, que como lo indicó Lacan es también su condición necesaria. Este esfuerzo por la transmisión de la teoría ha estado envuelto en conflictos politico-institucionales que dan cuenta de la neurosis transferencial que el psicoanálisis padece. Victimas todavía del estilo lacaniano -necesario quizás para establecer la rigurosidad y especificidad del psicoanálisis- la transmisión de la enseñanza de Lacan reproduce su posición crítica provocadora, que si bien tiene el efecto de desenmascarar las ideologías yoicas que se imponen en la psicología, la filosofía y la psiquiatría; también provoca su rechazo y principalmente su hermetismo.

El padecer trasferencial del psicoanálisis es de carácter estructural. Al no poder hacer consistir  los conceptos psicoanalíticos en la lógica de la evidencia y el método, nos obligamos como psicoanalístas a estar advertidos que no exíste garantía, lo que conflictúa la autorización de un analista en su práctica y los modos en que se hace teoría. Es fácil en este contexto correrse a buscar su consistencia en la autorización transferencial. No existiendo ser de psicoanalista, ni formación académica que lo garantice, muchas veces hacemos consistir los conceptos en referencia a la autoridad que los avale, enfrascándonos en lecturas minuciosas que se corren de la rigurosidad de la producción, al deciframiento del maestro por el maestro. 


¿Qué salida es posible a la neurosis de transferencia con los maestros y sus efectos en la formación y transmisión del psicoanálisis? Cómo analista en formación, el encuentro con lo Real de la experiencia analítica y la caída del ideal de la erudición, facilitan la entrada a un momento crítico que no encuentra consuelo en los ideales sociales, ni en una práctica científica del control y la reparación. Advertidos de que no es por vía del saber ni del amor que el objeto encuentra su consistencia, ¿Es posible salir de la crisis? Dejo abierta la pregunta por la función de la Escuela.

HUMANOS

De cualquier determinismo se debe sospechar, por ejemplo de aquel que reduce todo lo humano a la conducta.  Ya que tiene como base eliminar toda condición mediática entre la causa y el efecto. Entonces entra la cognición a abrir la caja negra en la que se oculta los algoritmos causa de conducta,  proponiendo operar en estos algoritmos con su propia lógica,  la de la razón.
 
Lo que  la lectura lacaniana de Freud enseña,  es que la razón es en sí un fantasma...  la memoria son huellas,  significantes que se engarzan por sus efectos metafóricos y metonímicos,  Cuando la conducta asiste,  la memoria asocia,  es decir, teje una serie de nudos de los cuales algunos efectos son despreciables y otros son tasados de gran valor según el placer o malestar SUBJETIVO que ofrezcan.  Este valor subjetivo no es el mismo, pero si isomorfo con el del cuerpo.  En la subjetividad, lo que era placer-displacer,  lo que era dos,  se vuelve el uno del goce,  se goza de todo límite al borde sea  por el placer o el malestar.  De lo que hace borde,  de los objetos que bordea,  se goza de eso,  de esa palabra,  de ese pensamiento,  de esa conducta.  y entonces somos humanos. 

Alguien nos puede discutir,  si toda experiencia human esta en el orden de  esas asociaciones de la memoria de las que incluso no nos enteramos al ser inconscientes, ¿no es otro tipo de determinismo del que sospechar?.  Hay que responder que si,  pero la diferencia es que estas asociaciones hacen discurso, y ahí donde el discurso era,  adviene un sujeto.  Sujeto efecto de una irrupción,  es decir, que el discurso en su determinación guarda un espacio donde no lo determina todo,  un espacio contingente con el que cada uno puede hacer lo que pueda,  pero también lo que decida hacer con eso. Pudiendo inventarse, sirviéndose de si mismo.  Para eso sirve un análisis.

Ese espacio efecto de que no todo funcione,  es a su vez motor y lugar de resistencia a la determinación.  Lo que hemos llamado libertad,  no es más que la ilusión de una determinación que nos obligue a ser felices unos con los otros,  es decir,  la condición del esclavo que no tiene voz ni voto.  Por eso el psicoanálisis debe ser un lugar de resistencia ante un mundo que elimina el aspecto subjetivo reduciéndolo al acto o el proceso encuestable,  medible y evidente, so pena de dejar de ser sujetos, de dejar de ser, humanos. 

INCONTABLE

las realidad humana esta constituida por los registros real, Imaginario y simbólico.  No sólo en como lee el mundo una subjetividad,  sino en la realidad en su mas extensa e expresión,  esta tanto el órgano,  es decir el cerebro,  así como el mundo natural en sus límites físicos o en nuestra existencia social...  En este sentido, como un fractal,  la relación r, s, i,  se repite infinitas veces,  ese es el eterno retorno,  esa es la verdadera repetición,  sintoma y Real,  más que agujero es un infinitesimal e incontable... 

TEORÍA DEL SIGNIFICANTE

El significante no es una huella que tiene como referencia una idea interna. Si tal idea existe no es en el espacio platónico pero tampoco en el interior del sujeto. La idea es justamente aquello que estando en el campo del lenguaje , es decir del Otro, se inscribe singularmente en tanto se codifica mediante un significante que de forma particular se liga a otro significante por metáfora o metonimia.

La singularidad esta marcada por las relaciones meramente significantes que tienen como efecto un sentido en tanto las liga con lo significados que están en el campo del Otro, significados que no tienen un sustrato independiente de la subjetividad al modo platónico; sino que se transmiten en tanto la conciencia permite acotar un cierto sentido que permita su transmisión. Lo que de esa transmisión queda por fuera esta fuera del campo de la conciencia pero en tanto ausencia opera condicionando los efectos que el lenguaje tiene sobre el ser hablante.

GRAMÁTICA UNIVERSAL Y VACÍO OPERANTE

Chomsky propone la Gramática Universal como un formato universal que explica que a cierto nivel el procesamiento del lenguaje no varía en los humanos. Dicho proceso debe estar ligado dice Chomsky a un cambio genético, pues un humano es capaz de operar a cierto nivel con configuraciones del lenguaje que no ha tenido en su experiencia, es decir,  no ha podido aprender. La evolución humana desde la teoría genética muestra que los primeros seres humanos no se diferencian radicalmente de los actuales. El cambio dice Chomsky debió ser incluso de un factor externo que no implique una evolución que tarde miles de años. Propone que es posible que ese cambio externo que origino esta Gramática Universal puede ser "La capacidad de llevar a cabo la enumeración recursiva": que explica como la capacidad de tomar dos objetos mentales para generar uno nuevo.


¿Se podría proponer que el vacío operando de las especulaciones psicoanalíticas puede ser el operador que explicaría las preguntas en torno a la adquisición del lenguaje y el efecto de subjetividad y conciencia que produce en un cuerpo? Esta es una hipótesis que debe ser trabajada.

MULTIVOCO Y EQUIVOCO: SUBJETIVIDAD ARTIFICIAL

"La programación se rige por reglas y un conjunto más o menos reducido de órdenes, expresiones, instrucciones y comandos que tienden a asemejarse a una lengua natural acotada (en inglés); y que además tienen la particularidad de una reducida ambigüedad. Cuanto menos ambiguo es un lenguaje de programación, se dice, es más potente. Bajo esta premisa, y en el extremo, el lenguaje más potente existente es el binario, con ambigüedad nula (lo cual lleva a pensar así del lenguaje ensamblador)" Wikipedia

La posibilidad del icc en tanto estructurado como un lenguaje es posible solo en la medida en que dicho lenguaje permite la multivocidad y la equivocidad. No sería posible las formaciones del inconsciente, por ejemplo el chiste, de no haber en el lenguaje la posibilidad de que un significante no sea identico a si mismo. En programación esta caracteristica no es deseable, debido a que el procesamiento de la información debe cumplir con algoritmos que no computen los datos y tengan como salida diversos resultados. 

Todavía es un misterio  la diferencia entre el tratamiento de la información que produce una máquina y el tratamiento de la información que produce un cerebro, sin embargo la subjetividad que no tiene como sustrato lo orgánico aunque este sea un sustrato necesario, necesita de la función del lenguaje natural que permite la multivocidad y la equivocidad.

¿Cómo estas funciones actúan en la subjetividad? Porque son una condición sine qua non de la subjetividad. Es posible introducir estas funciones en el ideal de la inteligencia artificial para responder a la pregunta por una "subjetividad artificial".

SUBJETIVIDAD VIRTUAL, SOLEDAD SUBJETIVA: MEMORIA Y RESISTENCIA

Ya no podemos hablar de subjetividad, sino que se impone la necesidad de utilizar el plural para referirnos a un magma de subjetividades que buscan los modos, a veces precarios, de anclar sus propias garantías. La ciencia como discurso acompañado de la tecnología profana cada vez más el campo de la realidad para afirmar que el ser humano es capaz de romper sus propias fronteras. El espacio rompe cada vez sus límites volviendo lo nano y lo micro el campo de acción de los científicos.  

En este panorama la subjetividad no encuentra lugar sino en la exclusión, y es, desde ese espacio privilegiado, que puede posicionarse para ver la brecha entre el enunciado y la enunciación que sostienen los discursos. La actualidad acontece a la promesa de romper todas las fronteras, incluso de lo que han llamado la mente. 

Los procesos tecnológicos permiten manipular la materia para que se puedan realizar operaciones de computo más eficaces. Toda este campo científico se sostienen principalmente en la manipulación del objeto de la información. La información no es otra cosa que una huella, como aquella que Freud dibujo para su amigo Flies en la famosa carta 52. Una huella como la que deja el significante lacaniano. Es la huella, la marca la que permite operar con la información, una marca que puede tener la complejidad de un prendido o un apagado, hasta toda una serie de combinaciones, es decir de conexiones, de relaciones. La teoría de la información no es  otra cosa sino la teoría de la memoria y de las operaciones que realiza. El inconsciente es memoria.

Es ya bien conocida la metáfora informática que explica los procesos mentales, es decir, la metáfora científica que intenta explicar lo que yace entre el estimulo y la respuesta. Esta brecha inconmensurable es la que hay entre la percepción y el acto, ubicada entre dos realidades, los psicólogos llaman a este lugar la caja negra, o la mente. Para una buena parte de la psicología, la más hegemónica, dicha mente esta compuesta por procesos cognitivos que computan la información de los sentidos y del cuerpo de acuerdo a un cierto orden: la razón, que a su vez permite se predectibilidad y manipulación que se manifiesta a través de la conducta.

Es la razón en tanto garantía, garantía de verdad, de realidad, la que prima en los procesos mentales llamados superiores. Hace falta estar despierto para comprobarlo. la conciencia no necesita de evidencia. Esta corriente prioriza los procesos mentales en la lógica de la información. Los avances tecnológicos como se decia, del procesamiento de información, han logrado traducir el sonido de un piano para codificarlo y decodificarlo en un sintetizador, realizar el reconocimiento de una voz, y de palabras para tener como aplicación como traducciones automáticas de idiomas, por ejemplo.

Todos estos avances tienen aplicaciones infnitas desde el entretenimiento hasta la salud. Podría decirse que algunos científicos miran incluso con vértigo como el proyecto genoma humano y la manipulación de la infromación genética, así como el uso de nanotecnología, apunta decididamente a la simulación de un cerebro. Del órgano encargado, mediante una red neuronal sumamente compleja, computar toda la información de tal forma que pueda generar una conciencia, que pueda a su vez tener una función reflexiva y diríamos ¿Qué implique una subjetividad?

Hay que diferenciar entre un cerebro y la subjetividad. Por lo pronto imaginemos cómo sería ese panorama. Dado que al tener un cerebro virtual para procesar la información de un humano, podemos controlar dichos procesos, podríamos potenciar ciartas caracteríaticas, incluso descargar esa información y poder generar una copia en otra red, una conciencia virtual. Qué pasaría si en vez de crear un cerebro electrónico, podemos encubar un cerebro al que podamos conectar terminales que simulen los sentidos y que se conecten inalámbricamente con un cuerpo. La infinidad de escenarios que podrían llenar las privilegidas creatividades de los realizadores de películas de ciencia ficción y que podrían aprovechar este escenario y llevarlo al límite. Al límite de cuestionar la subjetividad humana. 

Aunque la tarea imaginaria pareciera una perdida de tiempo, simples juegos mentales de gente con mucha imaginación. Es posible que el nivel de procesamiento de información , y memoria permita lo impredecible. Detengamonos un momento, y volvamos a la pregunta que ya se plantéo. ¿Es el cerebro la subjetividad?. Para intentar contestar esta pregunta de la que solo podemos plantear una hipotesis especulativa, voy a distinguir la obra de la pintura. 

Un robot puede ser programado para combinar infitas combinaciones de proporciones, de composición y colores. Incluso puede ser programado para procesas estilos estéticos y patrones de colores , de formas. Una mano robótica con pulso impecable, puede incluso simular la impresición del tacto humano. Incluso realizar una pintura, que utilice un algoritmo que recoja la información que es de interés para el usuario y reproduzca el primer Garnica cyborg que retrate una época. Pero la pintura no es la obra de arte. 

Incluso si se llegara al límite de que dicha máquina pueda tener el libre albedrío de hacer dicha obra de acuerdo a la información que le ayudara a computar la decisión de hacer una pieza musical o una pintura. Sigue habiendo un punto de referencia que deba ser programado. No puede apropiarse de dicha pintura en tanto esta programado incluso para elegir. Habíamos dicho que la pintura no es al obra de arte, La obra de arte esta en el deseo de quien la realiza. 

Si bien el psicoanálisis evidencia que no somos seres de libre albedrío, hay una brecha en la sobredetermonación discursiva y significante que deja un vacío y que es en ese lugar en el que el deseo emerge y tiene como efecto un suejeto que lo padece. Hace falta hacer valer la brecha entre enunciado y enunciación que remarca el psicoanálisis lacaniano, para ubicar la imposibilidad en el cálculo de la subjetividad.

Al final del algoritmo en la máquina (sea esta electrónica o biológica) debería quedar un lugar vacío que no pueda ser llenado por un algoritmo que lo resuelva. Ya que mientras exista dicho comando no habrá posibilidad de que la máquina se pregunte ¿Qué quiere de mi? Esta pregunta es posible solo en tanto la información que nos viene del otro esta oradada, en tanto no hay algoritmo de completud. La ley de incompletud de Godel. 

Si hay siempre que esperar lo impredecible, un nunca o un siempre hay que evitar. Sin embargo en la posibilidad misma de una subjetividad artificial, será necesario tomar en cuenta el lugar del deseo. El inconsciente es memoria, es de hecho el operador necesario para que la razón sea posible, gracias a que el deseo permite que las palabras operen en el vacío, y que se den las relaciones metafóricas y metonímicas. 

La teoría de la subjetividad lacaniana, rescata ese lugar excluido del interés de las ciencias de la razón y le da un lugar principal en la experiencia humana. Da cabida a la posibilidad de un sujeto que se resuelve en un inconmensurable singular. La singularidad del sujeto es justamente la soledad subjetiva insondable que nos habita y que podemos no soportar, pero también puede ser usado como lugar de resistencia. La resistencia del sujeto esta en defender su dignidad de deseante sin dejarse fagocitar por ideologías totalizantes. La soledad subjetiva se vuelve el punto de inflexibilidad de la ciencia, lugar que hay que recatar en una sociedad líquida que se vuelve una de la tranparencia. La sociedad de la transparencía es la culminación de una ideología de la información que gracias a la estadística a terminado por reducirnos a un número y a unos bits. 

El big data es una nube sin cuerpo que exige su transparencia y a su vez se vuelve cada vez más inasible. La piratería descubre la imposibilidad del control de la información y a su vez este sistema sirve a los intereses de la persecución y el análisis de mercado. Es ahora que la información es ya una avalancha de la que el sujeto en tanto singularidad, desde su soledad, debe plantear una resistencia, lo que lo implica en un aposición ética frente a la respuesta o no que da a ¿Qué me quiere?

La soledad irreductible del sujeto, es quizas uno de los lugares de resistencia que debe ser rescatado frente a unas promesas de control en el que la emergencia de la intención humana hace saltar la alarma de los protocolos necesarios para que el error humano no sea posible, es decir el deseo, que muchas veces encuentra puntos de desfogue en la pulsión de muerte. Qué valor tendrá el arte que se limite por la complejidad de procesamiento de una sibjetividad cyborg, que valor tendrá su palabra.

El Uno y el Ser

no me hagas olvidar...  La realidad no es continúa,  es discreta.  Las unidades que contiene la realidad es contable,  se mide en los hechos significantes que se producen cada vez que se nombra una palabra.  Cada vez que esto sucede la memoria hace su trabajo y construye un supuesto trazo que hace huella,  en una red con códigos particulares y singulares de acuerdo a las experiencia que forman a un sujeto. 

Por ello un paciente va ha hacer memoria,  es decir, a decir aquello que no quiere decir,  a que se le salga negándola,  soñandolo,  o despertando.

Cada vez que la discreta realidad se inscribe como huella que forma cadenas y mallas,  es decir superficie,  el tiempo pasa. 

Esa es la realidad del tiempo,  ese es el ritmo en el que envejecemos.

El tiempo pasa mas rápido cuando nos divertimos.  Cuando somos creativos, jugamos y relacionamos.  Cuando nos quedamos detenidos,  atados,  heridos,  cuando no vivimos,  el tiempo es un enemigo.  El tiempo de la realidad es el que no conocemos ni podremos conocer,  por ser externo al sujeto .  El tiempo del real es igual de imposible,  por ser lo más íntimo.  Pero el Uno y el Ser no son lo mismo. 

GOCE Y CULPA

¿Cuál es la relación entre el goce y la culpa? Las diversas combinaciones del fantasma, que operando singularmente son infinitas, sin embargo en los modos de su combinación son contables, es decir podemos decir, a partir de la clínica, cuales pueden ser. Esta configuración del fantasma obedece a los modos subjetivos de relacionar el deseo, el amor, el goce y la culpa... La unión de estos modos, este misterioso anudamiento es  borromeo, logrando estructurar una ficción que sostiene la realidad; teniendo como efecto un sujeto.

¿Cual es la relación entre el goce y la culpa?

El placer, éste es la condición necesaria para establecer la culpa, y con ella sostener un goce. Dicho placer puede ser subjetivo, y entonces se pone a la mente como la causa de un padecimiento en el cuerpo.  Esta visión obedece a la ya inconsistente diferencia entre la materia y el espíritu, entre el cuerpo y la mente. No es la mente quien piensa, es el cuerpo. Lo que llamamos mente no es producto de un órgano, son todos los órganos, es el cuerpo en su integridad que es hablado. Y la pierna escucha a través de los oídos.

El sentido del cerebro como órgano, es el de sentirse a si mismo. Esta sensación es la que llamamos vida, conciencia de sí mismo. Para ello es preciso sin embargo, la función del espejo. Posible solamente, gracias a que antes de que exista cuerpo, es decir, de que e niño pueda sentirlo fragmentado, antes de que el cerebro recién estrenado afine su sensibilidad; ya en ese momento, Otro de un otro hablaba a ese cuerpo y le enseño a escuchar y hablar .

No somos la cabeza....

Es por ello que el placer, que no es más que la sensación que recibe el cuerpo de sus estímulos, produce la culpa. Culpa siempre que debe ser atestiguada o inscrita en el campo del Otro, otro a quien dar cuentas, Otro de la ley, de lo prohibido.

Esta prohibición, se sostiene principalmente en lo censurado de la soledad escogida. Ni la especie ni el individuo humano se vuelve tal en la soledad, solo quizás la locura nos de la certeza de un Otro que nos hable. Pero hay que estar loco para aisalarte, el egoismo es juzgado duramente, no hace lazo social, no paga impuestos, no es parte de todo, de la comunidad. La entrada a la familia, es ya una exigencia mediante un chantaje: mientras vivas bajo mi techo.... me perteneces. Es decir, mientras no logres "matar"al padre de la horda primitiva. Este es el Edipo, perder el amor del padre o de la madre es el miedo y el chantaje utilizado para la obediencia. La autosatisfacción es mal vista precisamente porque hay un cierto juicio sobre el goce solitario del otro. El placer procurado a sí mismo, da cuenta del tabú, de lo prohibido. y el goce en tanto exceso brota de la culpa.    

La instancia super yoica del Otro inscribe la culpa en el placer, y no hay palabra dirijida desde el Otro que no encuentre su resonancia en el cuerpo necesario para materializar nuestros dichos.

UN DECIR

Asistimos a un momento de formulación teórica en la que nos encontramos con los límites en los que el lenguaje no alcanza a desentrañar lo que queremos decir. Pero el "decir" no esta por fuera del campo del lenguaje, por lo que la formula, lo que queremos "decir" que no puede ser dicho, no es correcta. Es decir, que no existe tal posibilidad decir, que siendo susceptible de palabras se aloja en lo inefable, a la espera de encontrar las palabras adecuadas, o incluso en la condena de su permanente oscuridad. No hay palabras adecuadas que expresen lo que no se alcanza a decir, pues no hay un decir oculto. 

Lo que queda de lo no dicho en lo que se dice, es un campo otro que no esta en el orden del decir. este campo absolutamente otro no es especular, no es la cara de la otra moneda; por lo tanto, no es un decir oculto, ni siquiera un decir imposible. No existe fórmula ni experiencia posible de este otro campo. Si hay forma de bordearlo con el lenguaje para intentar fallidamente explicarlo, será explicándolo como un agujero, un lugar Otro que tampoco aloja una nada, sino un vacío, un lugar que no es otro sitio, que no es localizable (por ello la necesidad de la topología, para poder dar lugar de un otro lugar que no se confunda con las nociones espaciales, ya que nos pueden llevar al equivoco de querer ubicarlo, incluso en el cerebro). 

Este vacío del que nada se puede decir, que no esta en la lógica de lo dicho, es el inconsciente y puede tomar forma de objeto en tanto causa el deseo. Es decir, que se sabe de él no por su aprehensión a través de un decir correcto, una teoría verdadera, o una garantía; sino por los efectos de este agujero, esta nada, esta otredad. La noción de inconsciente es una hipótesis necesaria que sirve para dar cuenta de los efectos en la subjetividad que se manifiestan como operaciónes, funciones. Del inconsciente no se puede decir ni saber nada, por ello su carácter hipotético.

Por otra parte, no hay efecto que este vacío manifieste, que no se aborde dentro del campo del lenguaje, es decir dentro de un orden estructural. Por ello Lacan dirá que el inconsciente se estructura como un lenguaje. Siendo la estructura la del lenguaje. Todo sujeto estará entonces condenado a ser-hablante. Las formaciones del inconsciente no son otra cosa que el efecto de este vacío sobre la estructura del lenguaje encarnado en cada cuerpo. No siendo el lenguaje (como idioma) de lo que se trata. No se trata del sentido de las palabras, sino de la estructura simbólica, imaginaría y real. Se trata del significante que, en tanto desprendido del significado, ejerce un efecto de vacío por su sola presencia. El significante padre, por ejemplo, tiene efectos que rebasan los de su significado. La inscripción singular del lenguaje tiene como efecto un sujeto con su propia lengua materna, entendiendo esta última cómo la apropiación particular de cada sujeto del lenguaje que le transmitieron los otros. Si el lenguaje comunica, pone en común, hace comunidad; lalengua como apropiación particular de cada sujeto de la estructura del lenguaje, hace del sujeto singular, no habiendo comunidad posible a este nivel, cómo lo dice Lacan cuando habla de la no-relación-sexual. Es decir que la particularidad de lalengua, es decir del deseo, no hay relación de complementariedad con el otro. 

En el análisis no es sino con el lenguaje que se busca rodear este vacío, no para domarlo, pues por definición esta otredad del inconsciente no puede ser incluida en al dimensión de la palabra, es decir, no se puede hacer consciente lo inconsciente (como buscan algunos Psicoanalistas o Psicoterapias). Pretender domar el inconsciente es sostener esta noción como si se tratase de un sublenguaje, un subconciente (ya Freud se alejo de esta concepción), ya que no no es una instancia que se desprende del orden de la conciencia, y cómo se ha dicho, se insiste, no es siquiera su otra cara, no tiene nada que ver con la conciencia sino en tanto otredad.

El Sujeto del inconsciente, no puede ser entonces el Yo que desde la consciencia razona, piensa, ni la persona, o el  ciudadano de la sociología. El Sujeto en el psicoanálisis es el efecto de esta otredad en el lenguaje. El Sujeto es lo que representa a un significante para otro significante dirá Lacan. No es él quien habla, sino es lo que es hablado. Y decide no desde la voluntad (el poder de la voluntad, como lo planteo Nitzsche) sino que decide desde el deseo, es decir desde la condición de posicionarse de diversos modos frente a la falta que el lenguaje no puede llenar. Puede ponerse del lado de la queja y la demanda (histeria), desmintiendo de la falta (perversión), querer llenarla (obsesivo) calculando la ultima hendidura del piso o buscando la media naranja, etc.

Si la palabra parasita el cuerpo, lo aloja inscribiendo un exceso o un menos que se el cuerpo aloja como goce, Goce fálico dirá Lacan, diferenciando del goce Otro que es justamente efecto de poder ubicarse no-todo en la lógica fálica es decir en el operador que organiza el campo del lenguaje y la cadena significante. 

Es por medio de la palabra que temperamos los efectos que dicho vacío tiene sobre la subjetividad. Temperamos no en el orden del control o la manipulación, sino en la posición, cómo ya se advirtió, del sujeto frente a la falta que lo constituye. La dignidad del sujeto está en tanto algo puede hacer con su goce, incluso frente a las contingencias Reales a las que se enfrenta. 

Siendo un sujeto, no hablante sino hablado, advenido al mundo de los significantes de los otros; el trabajo clínico apunta justamente a que pueda tomar posición frente a aquello que le ha venido desde afuera pero que lo constituye como lo más intimo. Una posición que sin ser la del pesimista, el mártir o el héroe, exige una ética que obliga a que cada sujeto invente y se sirva de aquello que lo constituya para crear nuevas versiones y modos de hacer con la falta. Eventualmente también podrá devenir analista, no habiendo otra vía para la formación. 

(borrador)

SUJETO Y RESISTENCIA

Si suponemos un movimiento con sentido y dirección natural, de tal modo que la acción necesaria para realizarlo sea un devenir llano, dicho movimiento no sería tal. Al menos el vértigo que produce el cambio de velocidad que condiciona los obstáculos estaría eliminado, y en un constante transito quizás el efecto vertiginoso de dicho movimiento se anularía. Si aproximamos el recorrido de una existencia a la analogía por el movimiento, diremos que todo recorrido es posible solo en tanto no haya inmovilidad. ¿Acaso es posible la inmovilidad, o un movimiento constante y sin aceleraciones u obstáculos?

Resistir puede implicar un trabajo, pero hay que tomar en cuenta que si la vida es un trabajo es porque nos resistimos a la resistencia. Hacemos un esfuerzo por no resistir, hacemos un esfuerzo por subirnos al movimiento constante, anhelado, que nos prometen los ideales donde todo fluye a la cadencia adecuada. Adecuarnos al movimiento es también un trabajo que implica la elección de no resistencia. La normalidad es también una elección y no un lugar natural desde donde tenemos la suerte de mirar cómodamente la realidad.
Si para el psicoanálisis la resistencia es un obstáculo en la dirección de la cura, el psicoanálisis por otra parte es un obstáculo para la dirección de los ideales e imperativos que sanciona el Otro que heredamos y sostenemos. El psicoanálisis no solo trabaja con la resistencia, es una resistencia; resiste y es desde esa condición que no tiene, ni debe, obedecer a los caprichos del mainstream. No tiene porque ser una ocupación ideal, ni la promesa de una panacea o la restitución de lo perdido. No es un lugar cómodo o de relajación. Es un lugar de trabajo, un lugar de resistencia consigo mismo, donde la promesa es la de los efectos de libertad que tiene el recorrer la verdad de los modos de goce en los que se teje nuestra existencia, llevada a la experiencia de lo imposible.

Si es entonces la resistencia y no un fluir llano lo que marca la cadencia de nuestra existencia, ¿Desde donde posicionarse para resistir? La verdadera resistencia no puede ser la sin causa ni el vuelco de esfuerzos a contrapelo en lo contrario; pues en el primer caso se vuelve un pataleo y el segundo demuestra solo nuestra condición de esclavos. ¿Resistencia contra qué? Acaso existe amo al cual resistirse, cuales son los discursos amo, las palabras amo, los estereotipos, las configuraciones, las ciudades, los modales, los trazados, los significantes amo, ¿cuales no lo son?. Cómo resistirse a un amo que se reinventa a cada paso, cómo resistir sin cambiar simplemente de bando, sin quedarse en el berrinche o sin erigir un nuevo totem. 

La pregunta por la libertad retorna donde no podemos por estructura ser libres de nosotros mismos. es por ello que hay que entender que la libertad no puede ser un estado de reposo o un movimiento continuo sin interrupciones donde todo mandamiento queda abolido. La libertad tiene como condicion sine qua non a la decisión, es decir un camino siempre abierto a la contingencia que implica lo que es posible y lo que no. Decidir es condición de deseo, y deseo es condición de sujeto. Siendo solo el sujeto quien pueda soñar con la libertad. Siendo solo el sujeto quien pueda resistirse. 

PERDIDA

Desde nacer perdemos,  nos extraviamos pero también crecemos.  Hay una edad sin embargo en la que al fin nos encontramos perdiéndonos,  un poco solos, pero con la promesa de un futuro que es la reivindicación de un presente infinito.

Adolescemos en ese entonces del tiempo,  y no somos conscientes de la mortalidad hasta que llegando a cierta experiencia comprobados que no somos inmortales mientras perdemos la vista,  el oído,  la vida. Y entonces recordamos que el enigma no es que es la vida,  sino que nacemos para experimentar y acoger la muerte.

UNA NOCHE LARGA

Habiendo intentado ya varias veces dejarlo por hoy. Intuye una noche larga. El punto final no llega para tranquilizarlo. Mientras todos duermen, se desvela motivado por una historia que no cuaja. Su arte de escritor tuvo siempre menos de academia que de terapia y algo de esotérico. Cuando parecía haber decidido dejarlo, retoma el hilo para agregar una palabra más a la serie incompleta de su cuento. Al poco rato regresa, chasquea las teclas e inmediatamente amaga nuevamente una huida, son varias noches que solo el llamado de la naturaleza le recuerda su cuerpo, si tan solo podría dejarlo durmiendo junto al de Irene para terminar al fin este interminable relato.

A la mañana siguiente discutiría con ella. Una mujer sospechosamente pulcra, profesional y muy ordenada, sabe siempre donde colocar el día y la noche. Le reclama su desorden, que no luzca corbata, ni tenga silla fija en uno de tantos cubículos ya destinados desde las expectativas paternas. Esconde cierto desprecio inconfeso por el arte que la enamoró, no tanto por insensibilidad literaria, sino porque le recuerda que su amor reposa en las cartas junto a las postales de otros tiempos que nunca más volverá a vivir.

Las riñas como era costumbre, empezaban de manera absurda, un pretexto cualquiera como la historia que esa mañana la desencadenó. La tetera anunciaba a gritos el punto de ebullición, mientras el noticiero llenaba el vacío de la pareja con la crónica roja, propia de los primeros reportes matinales. Una mujer indigente había sido quemada viva durante la noche, aparentemente por el juego insensato de unos adolescentes, lo anunciaba la voz grave del reportero. Escandalizado se acerco a la pantalla, que casi podía imaginarse el dolor intenso. Irene lejos de conmoverse con lo gráfico de las imágenes, le dice con desdén, mira, esa si es una verdadera historia que contar. 

En ese momento no alcanzó a reconocer el menosprecio que escondían las palabras de su esposa. Pero le bastó para comenzar un toma y daca que se acaloró intentando resolver el descuido de unos padres, la personalidad de un líder perverso, pasando por la siempre actual sociedad enferma. Sin llegar a elevar el tono de voz, la discusión se interrumpió con el portazo conocido ya por los vecinos, que anunciaba la salida de una mujer insatisfecha. Qué habría querido decir su esposa con una "verdadera" historia, pensaba, cómo si sus historias cargadas con el esfuerzo de todas las noches no merecerían el calificativo de la verdad, cómo competir con la realidad armado tan solo con su ficción.

Ya en soledad, le asalta un argumento que no terminaba de dar forma obligándolo a descifrarlo. Lo buscó en sus pensamientos, era una idea vaga, algo inquietante que lo llevó a espiar viejos cajones. Recibos que perdieron su importancia, regalos de mal gusto ajenos al desgaste, fotografías de gente que no reconoce, unas viejas cartas de amor que apartó sin interés y ahí estaba olvidado, un escrito en el que ya no se reconocía. Era un cuento con poco estilo, sin mucha técnica y demasiado largo para su propio gusto, seguro uno de esos primeros ensayos en la academia. Narraba una escena policíaca llena de lugares comunes, un testimonio, una vecina testigo, un transeúnte cómplice, una historia de amor; todo giraba alrededor de la muerte de una mujer abrasada por el fuego. Irene volvería en unas horas y sintió la prisa de corregir el cuento, como quien elimina las huellas de un crimen. Se enfrascó en cavilaciones, pasó de la pluma al teclado, pero la historia se resistía a sus recursos literarios. Quiso justificarlo con sus acostumbrados bloqueos creativos, hasta estuvo a punto de reconocerse cómo un fracaso, pero no pudo ver que le faltaba una causa, un argumento que no le pertenecía. El portazo anunciaba el regreso y un motivo del crimen que le era ajeno.

GOZA MIENTRAS PUEDAS

Puesta en escena: actos sexuales se exponen frente a un público, posiciones masturbatorias en las tablas del teatro,  reivindican, a través de la fuerza expulsora de los fluidos, la libertad sexual femenina. El diálogo son recetas de una liberación sexual que invita a la desnudes del público. La mirada goza de las agujas que recorren la piel. Un corazón de cordero esta siendo devorado como ritual satírico que profana el sagrado amor romántico. Esta es una performance, cumpliendo ya su función en tanto algo interroga. No es el punto moralista, ni lo visceral de la puesta en acto lo que interesa. 

Una de las premisas de las que el psicoanálisis puede dar cuenta es que el goce y la culpa no solo no son excluyentes, sino que conservan una relación directa. A mayor monto de goce, la culpa aumenta,  lo contrario es también la regla; es la relación que Lacan hizo de Kant con Sade. A más de un siglo de los primeros textos freudianos, el destino esperado en el Malestar de la Cultura de un aumento en la represión sexual en los discursos sociales no ha sido tal. Asistimos a lo que para unos es libertad en tanto para otros se considera un descaro. No hay que olvidar que ello no implica que el goce sexual no siga siendo un imperativo y que la culpa se esconda detrás de otros señuelos.

Si el goce que la culpa implica estuvo relacionado con una represión sexual, la liberación de los tabús confirma por otra parte, que asistimos a una desnudes brutal del imperativo de goce. Gozar es también aquello que mediante el síntoma protege al sujeto de la angustia, y esta última no es sino la señal de una falta de la falta. Podemos concluir que donde falta el tabú, será erguido otro tótem, tan alto cómo alcance a subirse cada quien; en una época que impone su propia economía libidinal de la cima del éxito ¿Qué angustia es la que oculta este imperativo a gozar?.

Si el tabú del sexo a perdido peso, la culpa ahora se instala en el voyerista que esta frente a la desnudes de los objetos, cubiertos de ropajes trasparentes, detrás de los escaparates o a salvo por la brecha infranqueable que mantienen los ideales de la publicidad. Sitios irreales, belleza inalcanzable, mantienen mi deseo insatisfecho y voraz. Vitrinas con ropajes del ver y no tocar, que resguardan cierta distancia con los semblantes de objeto, augurando la garantía de un goce atiborrado que resulta nunca suficiente. ¿Donde encontramos los efectos de la culpa en la mudanza de un tabú sexual que ahora se confunde y subestima como moda? Quizás algo se perciba instalado en las nuevas demandas clínicas que apuntan a pedir una cura de éxito, imperativos de un sistema que ha aprendido a operar con la expansión bajo la lógica del exceso. No son otra cosa que  los límites devorados por el capital. Este vértigo nada inocuo, arranca un apuro de goce hasta a los menos incautos, llevándolos al desfiladero de la angustia ahí donde se promete estar colmados.

Cuando los veganos vieron en la puesta en acto, después de la eyaculación femenina, comer el corazón de un cordero, no defendieron el desvalorizado amor romántico, pero alzaron su reclamo contra lo que percibieron como una barbarie animalista. La creciente necesidad de transgresión permite ahora cualquier acto que conmueva a la asistencia, pero en este caso, de desnudes desencarnada, se reemplazo el tabú del corazón por la ya manoseada manzana que recuerda las delicias de otras culpas divinas y prohibiciones terrenales.

LO CONTINGENTE EN LA FORMACIÓN DEL ANALISTA

Si el llamado pos modernismo deja una estela de malestar, es gracias a la ruptura de los lugares en que los discursos han sostenido su saber y su verdad. El psicoanálisis se cuida de no adoptar una etiqueta que le encuadre dentro de una ideología, pues toda posición ideológica implica una rigidez que encuadre sus bordes desdibujados. La posición del sujeto para el psicoanálisis  no se sostienen en su materialidad, ni en la referencia identificatoria a la norma. Parto entonces de esta premisa teórica y ética para hacer la pregunta por la pertenencia y el sostenimiento de una Institución que busque la transmisión y formación en psicoanálisis.  

Si bien no hay modo de sostener algo que no sea por vía del nudo, es decir del síntoma; dicho anudamiento no obedece ni a la lógica del Uno, ni del Todo y menos a la de la comunión. El anudamiento borromeo no es un poner en común, cómo tampoco es garantía de estabilidad, pues su integridad no esta en el orden de lo necesario y dado para siempre, es por lo tanto contingente y se pone a prueba a cada momento que alguien habla. La institución psicoanalítica, como es bien sabido, no escapa a la contingencia, propia de las instituciones, que marca los ritmos de sus impasses, es por eso que se hace necesario sostener aquella fragilidad.

A pesar de lo advertencia que la Institución vuelca sobre si misma, lo que se repite hace nudo, y lo que esta en el orden de lo sintomático esta por definición reprimido y escapa a la obviedad, es decir, que no se dice pero que se puede rastrear en su insistencia. Insisto entonces en que podemos escuchar en la producción de las instituciones, lo que su repetición denuncia de no sabido y que paradójicamente sostiene. Hace falta hacer una revisión crítica de los escritos que produce una cierta institución para ubicar aquello que no siendo parte del contenido del texto lo sostiene y autoriza. La larga y repetitiva referencialidad  a uno o dos autores, vuelve dudosa, no lo valioso de su producción, sino el efecto y función de autoridad y autorización que confiere al texto y sus producciones. Instituciones que sostienen de texto a texto, e incluso de página a página la referencia a quienes anudan su formación y producción, se limitan a la esfericidad que se alimenta de si misma, aunque el efecto sea de hinchamiento. 

Hay que ser hereje para poder elegir y no caer en el dogma, para incluso atreverse a decir que una institución debe ser más psicoanalítica que freudiana y lacaniana; siendo quizás estos adjetivos necesarios para dar cuenta de una orientación que no esta en la lógica de la propiedad privada, pero que tampoco es cualquiera ni puede fundirse en la indeterminación.  La pertenencia no puede estar en la lógica del todo-exclusivo o excluyente-imposible. Tiene que ponerse a prueba ahí donde lo contingente abre y cierra las vías posibles e imposibles, sin ser cualquiera ni todas las que se elija. Ahí donde se trata del uno por uno, el reto de la institución psicoanalítica es hacer comunidad sin poner su mayor acento en la identificación de sus miembros consigo misma, y menos pretenderse como la norma. Me atrevo a pensar que debe garantizar (cosa que siempre esta por verse) una transmisión y producción rigurosa que albergue en la contingencia las vías de recorrido particular de la formación de cada uno de sus miembros. 

Un punto de cruce en lo político del psicoanálisis es que nos invita a pensar el lazo reconociendo lo irreductible de la relación con el otro. El éxito de una institución psicoanalítica no puede servirse de la comunidad efecto de la identificación con un significante que luche por al totalización de lo internacional, lo mundial o lo Universal. Ello no implica que no haya que marcar las diferencias, siempre y cuando no cierren en el necesario de una pertenencia o lo imposible de la exclusión la posibilidad de una práctica que no es en solitario.

Permitámonos entonces sostener cierta herejía que nos reúna en los puntos imposible de fuga, que toda paralela aspira (desde un cierto punto de vista), siendo líneas que por definición no tocan ninguno de sus puntos. Advertir que cuando el punto de vista es central, la posibilidad no es otra que el movimiento propio de lo centrifugado.