UN DECIR

Asistimos a un momento de formulación teórica en la que nos encontramos con los límites en los que el lenguaje no alcanza a desentrañar lo que queremos decir. Pero el "decir" no esta por fuera del campo del lenguaje, por lo que la formula, lo que queremos "decir" que no puede ser dicho, no es correcta. Es decir, que no existe tal posibilidad decir, que siendo susceptible de palabras se aloja en lo inefable, a la espera de encontrar las palabras adecuadas, o incluso en la condena de su permanente oscuridad. No hay palabras adecuadas que expresen lo que no se alcanza a decir, pues no hay un decir oculto. 

Lo que queda de lo no dicho en lo que se dice, es un campo otro que no esta en el orden del decir. este campo absolutamente otro no es especular, no es la cara de la otra moneda; por lo tanto, no es un decir oculto, ni siquiera un decir imposible. No existe fórmula ni experiencia posible de este otro campo. Si hay forma de bordearlo con el lenguaje para intentar fallidamente explicarlo, será explicándolo como un agujero, un lugar Otro que tampoco aloja una nada, sino un vacío, un lugar que no es otro sitio, que no es localizable (por ello la necesidad de la topología, para poder dar lugar de un otro lugar que no se confunda con las nociones espaciales, ya que nos pueden llevar al equivoco de querer ubicarlo, incluso en el cerebro). 

Este vacío del que nada se puede decir, que no esta en la lógica de lo dicho, es el inconsciente y puede tomar forma de objeto en tanto causa el deseo. Es decir, que se sabe de él no por su aprehensión a través de un decir correcto, una teoría verdadera, o una garantía; sino por los efectos de este agujero, esta nada, esta otredad. La noción de inconsciente es una hipótesis necesaria que sirve para dar cuenta de los efectos en la subjetividad que se manifiestan como operaciónes, funciones. Del inconsciente no se puede decir ni saber nada, por ello su carácter hipotético.

Por otra parte, no hay efecto que este vacío manifieste, que no se aborde dentro del campo del lenguaje, es decir dentro de un orden estructural. Por ello Lacan dirá que el inconsciente se estructura como un lenguaje. Siendo la estructura la del lenguaje. Todo sujeto estará entonces condenado a ser-hablante. Las formaciones del inconsciente no son otra cosa que el efecto de este vacío sobre la estructura del lenguaje encarnado en cada cuerpo. No siendo el lenguaje (como idioma) de lo que se trata. No se trata del sentido de las palabras, sino de la estructura simbólica, imaginaría y real. Se trata del significante que, en tanto desprendido del significado, ejerce un efecto de vacío por su sola presencia. El significante padre, por ejemplo, tiene efectos que rebasan los de su significado. La inscripción singular del lenguaje tiene como efecto un sujeto con su propia lengua materna, entendiendo esta última cómo la apropiación particular de cada sujeto del lenguaje que le transmitieron los otros. Si el lenguaje comunica, pone en común, hace comunidad; lalengua como apropiación particular de cada sujeto de la estructura del lenguaje, hace del sujeto singular, no habiendo comunidad posible a este nivel, cómo lo dice Lacan cuando habla de la no-relación-sexual. Es decir que la particularidad de lalengua, es decir del deseo, no hay relación de complementariedad con el otro. 

En el análisis no es sino con el lenguaje que se busca rodear este vacío, no para domarlo, pues por definición esta otredad del inconsciente no puede ser incluida en al dimensión de la palabra, es decir, no se puede hacer consciente lo inconsciente (como buscan algunos Psicoanalistas o Psicoterapias). Pretender domar el inconsciente es sostener esta noción como si se tratase de un sublenguaje, un subconciente (ya Freud se alejo de esta concepción), ya que no no es una instancia que se desprende del orden de la conciencia, y cómo se ha dicho, se insiste, no es siquiera su otra cara, no tiene nada que ver con la conciencia sino en tanto otredad.

El Sujeto del inconsciente, no puede ser entonces el Yo que desde la consciencia razona, piensa, ni la persona, o el  ciudadano de la sociología. El Sujeto en el psicoanálisis es el efecto de esta otredad en el lenguaje. El Sujeto es lo que representa a un significante para otro significante dirá Lacan. No es él quien habla, sino es lo que es hablado. Y decide no desde la voluntad (el poder de la voluntad, como lo planteo Nitzsche) sino que decide desde el deseo, es decir desde la condición de posicionarse de diversos modos frente a la falta que el lenguaje no puede llenar. Puede ponerse del lado de la queja y la demanda (histeria), desmintiendo de la falta (perversión), querer llenarla (obsesivo) calculando la ultima hendidura del piso o buscando la media naranja, etc.

Si la palabra parasita el cuerpo, lo aloja inscribiendo un exceso o un menos que se el cuerpo aloja como goce, Goce fálico dirá Lacan, diferenciando del goce Otro que es justamente efecto de poder ubicarse no-todo en la lógica fálica es decir en el operador que organiza el campo del lenguaje y la cadena significante. 

Es por medio de la palabra que temperamos los efectos que dicho vacío tiene sobre la subjetividad. Temperamos no en el orden del control o la manipulación, sino en la posición, cómo ya se advirtió, del sujeto frente a la falta que lo constituye. La dignidad del sujeto está en tanto algo puede hacer con su goce, incluso frente a las contingencias Reales a las que se enfrenta. 

Siendo un sujeto, no hablante sino hablado, advenido al mundo de los significantes de los otros; el trabajo clínico apunta justamente a que pueda tomar posición frente a aquello que le ha venido desde afuera pero que lo constituye como lo más intimo. Una posición que sin ser la del pesimista, el mártir o el héroe, exige una ética que obliga a que cada sujeto invente y se sirva de aquello que lo constituya para crear nuevas versiones y modos de hacer con la falta. Eventualmente también podrá devenir analista, no habiendo otra vía para la formación. 

(borrador)

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