SUBJETIVIDAD VIRTUAL, SOLEDAD SUBJETIVA: MEMORIA Y RESISTENCIA

Ya no podemos hablar de subjetividad, sino que se impone la necesidad de utilizar el plural para referirnos a un magma de subjetividades que buscan los modos, a veces precarios, de anclar sus propias garantías. La ciencia como discurso acompañado de la tecnología profana cada vez más el campo de la realidad para afirmar que el ser humano es capaz de romper sus propias fronteras. El espacio rompe cada vez sus límites volviendo lo nano y lo micro el campo de acción de los científicos.  

En este panorama la subjetividad no encuentra lugar sino en la exclusión, y es, desde ese espacio privilegiado, que puede posicionarse para ver la brecha entre el enunciado y la enunciación que sostienen los discursos. La actualidad acontece a la promesa de romper todas las fronteras, incluso de lo que han llamado la mente. 

Los procesos tecnológicos permiten manipular la materia para que se puedan realizar operaciones de computo más eficaces. Toda este campo científico se sostienen principalmente en la manipulación del objeto de la información. La información no es otra cosa que una huella, como aquella que Freud dibujo para su amigo Flies en la famosa carta 52. Una huella como la que deja el significante lacaniano. Es la huella, la marca la que permite operar con la información, una marca que puede tener la complejidad de un prendido o un apagado, hasta toda una serie de combinaciones, es decir de conexiones, de relaciones. La teoría de la información no es  otra cosa sino la teoría de la memoria y de las operaciones que realiza. El inconsciente es memoria.

Es ya bien conocida la metáfora informática que explica los procesos mentales, es decir, la metáfora científica que intenta explicar lo que yace entre el estimulo y la respuesta. Esta brecha inconmensurable es la que hay entre la percepción y el acto, ubicada entre dos realidades, los psicólogos llaman a este lugar la caja negra, o la mente. Para una buena parte de la psicología, la más hegemónica, dicha mente esta compuesta por procesos cognitivos que computan la información de los sentidos y del cuerpo de acuerdo a un cierto orden: la razón, que a su vez permite se predectibilidad y manipulación que se manifiesta a través de la conducta.

Es la razón en tanto garantía, garantía de verdad, de realidad, la que prima en los procesos mentales llamados superiores. Hace falta estar despierto para comprobarlo. la conciencia no necesita de evidencia. Esta corriente prioriza los procesos mentales en la lógica de la información. Los avances tecnológicos como se decia, del procesamiento de información, han logrado traducir el sonido de un piano para codificarlo y decodificarlo en un sintetizador, realizar el reconocimiento de una voz, y de palabras para tener como aplicación como traducciones automáticas de idiomas, por ejemplo.

Todos estos avances tienen aplicaciones infnitas desde el entretenimiento hasta la salud. Podría decirse que algunos científicos miran incluso con vértigo como el proyecto genoma humano y la manipulación de la infromación genética, así como el uso de nanotecnología, apunta decididamente a la simulación de un cerebro. Del órgano encargado, mediante una red neuronal sumamente compleja, computar toda la información de tal forma que pueda generar una conciencia, que pueda a su vez tener una función reflexiva y diríamos ¿Qué implique una subjetividad?

Hay que diferenciar entre un cerebro y la subjetividad. Por lo pronto imaginemos cómo sería ese panorama. Dado que al tener un cerebro virtual para procesar la información de un humano, podemos controlar dichos procesos, podríamos potenciar ciartas caracteríaticas, incluso descargar esa información y poder generar una copia en otra red, una conciencia virtual. Qué pasaría si en vez de crear un cerebro electrónico, podemos encubar un cerebro al que podamos conectar terminales que simulen los sentidos y que se conecten inalámbricamente con un cuerpo. La infinidad de escenarios que podrían llenar las privilegidas creatividades de los realizadores de películas de ciencia ficción y que podrían aprovechar este escenario y llevarlo al límite. Al límite de cuestionar la subjetividad humana. 

Aunque la tarea imaginaria pareciera una perdida de tiempo, simples juegos mentales de gente con mucha imaginación. Es posible que el nivel de procesamiento de información , y memoria permita lo impredecible. Detengamonos un momento, y volvamos a la pregunta que ya se plantéo. ¿Es el cerebro la subjetividad?. Para intentar contestar esta pregunta de la que solo podemos plantear una hipotesis especulativa, voy a distinguir la obra de la pintura. 

Un robot puede ser programado para combinar infitas combinaciones de proporciones, de composición y colores. Incluso puede ser programado para procesas estilos estéticos y patrones de colores , de formas. Una mano robótica con pulso impecable, puede incluso simular la impresición del tacto humano. Incluso realizar una pintura, que utilice un algoritmo que recoja la información que es de interés para el usuario y reproduzca el primer Garnica cyborg que retrate una época. Pero la pintura no es la obra de arte. 

Incluso si se llegara al límite de que dicha máquina pueda tener el libre albedrío de hacer dicha obra de acuerdo a la información que le ayudara a computar la decisión de hacer una pieza musical o una pintura. Sigue habiendo un punto de referencia que deba ser programado. No puede apropiarse de dicha pintura en tanto esta programado incluso para elegir. Habíamos dicho que la pintura no es al obra de arte, La obra de arte esta en el deseo de quien la realiza. 

Si bien el psicoanálisis evidencia que no somos seres de libre albedrío, hay una brecha en la sobredetermonación discursiva y significante que deja un vacío y que es en ese lugar en el que el deseo emerge y tiene como efecto un suejeto que lo padece. Hace falta hacer valer la brecha entre enunciado y enunciación que remarca el psicoanálisis lacaniano, para ubicar la imposibilidad en el cálculo de la subjetividad.

Al final del algoritmo en la máquina (sea esta electrónica o biológica) debería quedar un lugar vacío que no pueda ser llenado por un algoritmo que lo resuelva. Ya que mientras exista dicho comando no habrá posibilidad de que la máquina se pregunte ¿Qué quiere de mi? Esta pregunta es posible solo en tanto la información que nos viene del otro esta oradada, en tanto no hay algoritmo de completud. La ley de incompletud de Godel. 

Si hay siempre que esperar lo impredecible, un nunca o un siempre hay que evitar. Sin embargo en la posibilidad misma de una subjetividad artificial, será necesario tomar en cuenta el lugar del deseo. El inconsciente es memoria, es de hecho el operador necesario para que la razón sea posible, gracias a que el deseo permite que las palabras operen en el vacío, y que se den las relaciones metafóricas y metonímicas. 

La teoría de la subjetividad lacaniana, rescata ese lugar excluido del interés de las ciencias de la razón y le da un lugar principal en la experiencia humana. Da cabida a la posibilidad de un sujeto que se resuelve en un inconmensurable singular. La singularidad del sujeto es justamente la soledad subjetiva insondable que nos habita y que podemos no soportar, pero también puede ser usado como lugar de resistencia. La resistencia del sujeto esta en defender su dignidad de deseante sin dejarse fagocitar por ideologías totalizantes. La soledad subjetiva se vuelve el punto de inflexibilidad de la ciencia, lugar que hay que recatar en una sociedad líquida que se vuelve una de la tranparencia. La sociedad de la transparencía es la culminación de una ideología de la información que gracias a la estadística a terminado por reducirnos a un número y a unos bits. 

El big data es una nube sin cuerpo que exige su transparencia y a su vez se vuelve cada vez más inasible. La piratería descubre la imposibilidad del control de la información y a su vez este sistema sirve a los intereses de la persecución y el análisis de mercado. Es ahora que la información es ya una avalancha de la que el sujeto en tanto singularidad, desde su soledad, debe plantear una resistencia, lo que lo implica en un aposición ética frente a la respuesta o no que da a ¿Qué me quiere?

La soledad irreductible del sujeto, es quizas uno de los lugares de resistencia que debe ser rescatado frente a unas promesas de control en el que la emergencia de la intención humana hace saltar la alarma de los protocolos necesarios para que el error humano no sea posible, es decir el deseo, que muchas veces encuentra puntos de desfogue en la pulsión de muerte. Qué valor tendrá el arte que se limite por la complejidad de procesamiento de una sibjetividad cyborg, que valor tendrá su palabra.

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