En el limbo, esta la posibilidad de un no-lugar, prohibir, que no es lo mismo que rectificar, no impide que sea necesario nombrarlo; y ese mismo instante revivirlo, y así cada vez que sea necesario recordar la cara sin rostro de a quien temer.
Esa re-negación del limbo es necesario, pues hemos invocado su memoria tres veces, y para ser estricto seria mejor dar cuenta de él sin necesitar de su nombre. Pero ello es imposible pues entonces el Nilo no estaría a lo largo de todas sus letras como lo predijo Borges. El devenir de la inundación y la sequía es la cadencia que no oculta la angustia que es siempre señal de algo posible solo en el no-lugar del limbo.
Por supuesto, el limbo no existe...
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