La vida, que en su máxima expresión es la existencia, es un bucle lógico infinito, que se retroalimenta, valga la redundancia, de si mismo. Pero que nunca es el mismo, siempre cambia en su repetición recurrente.
Es como si el equilibrio no sería una balanza encerada, sino un caos ordenado, una inteligencia sin sujeto, un saber sin verdad, en su máxima expresión, una paradoja.
Es cuando al habitante de este origen incesante le da vértigo, que se vuelve movimiento y con él, espacio y tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario