La arquitectura es propositiva en la
medida en que no está pasiva, sino afectando los lazos sociales de quienes la
ocupan. Plantearse la pregunta por el Sujeto en la arquitectura, es poner el
acento sobre lo que estorba en el momento del proceso de diseño. No solo la
gravedad o el espacio condicionan lo posible e imposible. Hay también el factor
de quién habita que introduce en la ecuación un término que no se adapta a
protocolos. En otras palabras, no hay realmente la habitación, la vivienda, la
plaza, la ciudad ni un mundo universal, para todos. La pregunta por el sujeto
va más allá del usuario, o el cliente, implica una reflexión profunda sobre las
implicaciones de lo que significa habitar. ¿Habrá un sujeto de la odontología
por ejemplo? ¿Cuándo se vuelve pertinente la pregunta por el sujeto?
Un espacio arquitectónico no es
cualquier espacio, se espera que sea habitable. Las consideraciones de la
habitabilidad han sido establecidas desde parámetros normativos, que se reducen
a la regulación burocrática del espacio. Hay que ir más allá, definiendo el
hábitat como el sostén de un discurso que tiene como efecto un
sujeto que lo ocupa. Un centro comercial, por ejemplo, está diseñado en diferencia a un hogar
no solo por su funcionalidad, sino que de hecho obedece a la ideología del
mercado, del intercambio comercial, así como al caracter voyerista,
propiedad de vigilancia compartida también con una penitenciaría. El Sujeto de
la arquitectura es el sujeto que habita. En la medida en que el objeto
arquitectónico no se centra en el edificio, podemos desplazar la pregunta por
el sujeto para preguntarnos por cómo se habita en el mundo.
Cuestionar el Sujeto en la arquitectura, interroga sobre el quehacer de los arquitectos y urbanistas. ¿Es el arquitecto un técnico que programáticamente concibe la variable del usuario para diseñar un espacio-objeto?, o de hecho debería teorizar sobre el habitar en el sentido más amplio. La arquitectura debe sostener una teorización sobre el habitar, donde se interrogue y proponga una ética frente a los espacios que propone en sus diseños. No se trata solamente de tomar en cuenta el uso o el contexto en el que se da el diseño –protocolo trillado de las facultades de arquitectura-, sino pensar el habitar en sí mismo como discurso. Solo en la medida en que podamos teorizar sobre el Sujeto que habita procuraremos un diseño coherente con un discurso ético que trascienda clichés estéticos o demandas de mercado y de estatus.
Cuestionar el Sujeto en la arquitectura, interroga sobre el quehacer de los arquitectos y urbanistas. ¿Es el arquitecto un técnico que programáticamente concibe la variable del usuario para diseñar un espacio-objeto?, o de hecho debería teorizar sobre el habitar en el sentido más amplio. La arquitectura debe sostener una teorización sobre el habitar, donde se interrogue y proponga una ética frente a los espacios que propone en sus diseños. No se trata solamente de tomar en cuenta el uso o el contexto en el que se da el diseño –protocolo trillado de las facultades de arquitectura-, sino pensar el habitar en sí mismo como discurso. Solo en la medida en que podamos teorizar sobre el Sujeto que habita procuraremos un diseño coherente con un discurso ético que trascienda clichés estéticos o demandas de mercado y de estatus.
"El establecimiento de un lugar habitable es un acontecimiento. Y
obviamente tal establecimiento supone siempre algo técnico. Se inventa algo que
antes no existía; pero al mismo tiempo hay un habitante, hombre o Dios, que
desea ese lugar, que precede a su invención o que la causa. Por ello, no se
sabe muy bien dónde situar el origen del lugar" (Jacques Derrida).
La arquitectura materializa
y propone ideologías de la que un sujeto esta sujetado. Tanto en su
relación al arte como en su función más primitiva de habitat, la arquitectura
diseña una manera de estar en el mundo, haciendo pertinente la pregunta por el
Sujeto. Sujeción que debe interrogar a quienes se resuelven a hacer de su vida
un proceso creacionista.
Queda pendiente desbaratar la idea de un creador.
No hay quien pueda controlar ni establecer un modo de hacer con la ciudad, de
ser así, los despachos se vuelven maquinarias normalizantes y no catalizadores
de un proceso de apropiación y responsabilidad de la posición que cada uno
ocupa en el mundo que habita.
1. Fragmento extraido de http://www.jacquesderrida.com.ar/textos/arquitectura.htm
Gracias al comentario de Juan Francisco Leon M, comparte el link al texto de Derrida: http://www.jacquesderrida.com.ar/textos/arquitectura.htm
ResponderEliminarLA METÁFORA ARQUITECTÓNICA
Jacques Derrida