Hacer
arquitectura implica una ética. ¿Acaso cuatro paredes levantadas con una puerta
y una ventana es en sí misma arquitectura? Donde radica aquello que se podría
llamar un diseño arquitectónico, ¿En la obra o en el autor? Enfrentar un
proceso de diseño a partir de la hoja vacía es interrogarse por la práctica
misma de la arquitectura que uno sostiene, no existe Una arquitectura y
definitivamente nunca una acabada, al menos para quienes estamos interesados en
hacer de estos procesos parte de una posición de vida.
Primer
borrador de un proceso de diseño arquitectónico:
¿Qué es la
arquitectura? Las definiciones enciclopédicas parecen no bastar y entonces
habrá que inventar una, no necesariamente original, limitada, inconclusa pero
nuestra. La arquitectura se podría decir es evidentemente y eminentemente
humana, hecha por humanos y para humanos y en esta condición nos resolvemos a
preguntarnos ¿qué de lo humano subyace en la obra o en el dibujo?
Algunos
arquitectos hacen de ciertos temas su quehacer arquitectónico, como la
fascinación por la gravedad y lo tectónico, la importancia de lo urbano
y la relación entre lo público y lo privado, el uso de materiales,
lo sustentable, lo bioclimático, entre otros muchos temas que tendemos a querer
clasificar como minimalistas, tectónicos, modernos barrocos, etc. Frente a esta
diversidad debemos tomar una posición, porque el eclecticismo estorba a
enfrentarse a una ética. Al pretender abarcarlo todo, lo que evitamos es
enfrentarnos con esa nada siempre presente.
Lacan utiliza
la lógica del nudo borromeo para establecer en el psicoanálisis la relación
entre los registros de lo Simbólico, lo Imaginario y lo Real. El nudo borromeo
es una figura topológica que consiste en tres aros que sin estar encadenados
uno a otro, solo en su relación se anudan. Este lazo se rompe con el corte de
cualquiera de los anillos, es decir, que existe un cuarto anillo que sin estar
presente opera en la medida en que los tres se enlazan. Así se puede
aplicar esta lógica para establecer tres registros en lo que podríamos llamar
nuestro proceso de diseño: El habitar, la función y la estructura.
Términos conocidos (podríamos inventarnos otros neologismos si se quiere) que
por su carga de significado podría estorbar a la comprensión de su relación
como la proponemos.
Con el
habitar nos referimos a la respuesta a la pregunta ¿Cómo habitar este
lugar? Pregunta incómoda para los clientes cuando se les pregunta cómo quieren
habitar su hogar. Han gestionado créditos, tienen fotos de revistas y
evidentemente han contactado un arquitecto, pero todavía no se han hecho esa
pregunta. En las verdades más obvias se muestran nuestras posiciones
ideológicas, muchas veces devenidas en clichés estéticos o funcionales. En el
habitar el arquitecto propone una forma de vivir ese lugar, que no es
primordialmente del orden de los materiales o de los espacios; está más bien
dirigido a solucionar un modo de vida, una posición ética frente a lo que
piensa es ese espacio, la ciudad, la sociedad etc. Ilustremos este punto con un
ejemplo: Si nos pidieran diseñar una facultad, seguramente vamos a dar por
sentado cierta distribución espacial como la mejor en la medida en que hemos
habitado esos espacios durante años en nuestra época de estudiantes. No por
ello deja de ser relevante cuestionar las tarimas de los profesores, cuando lo
que está en juego es una posición de poder y no una línea de visión sin
obstáculos. Zizek lo ilustra muy bien cuando advierte que dentro de Europa el
diseño de los inodoros es diferente en cada país y que incluso en esta función
de eliminar los excrementos se pone en juego nuestra ideología y nuestras
diferencias
Pensar el
Habitar, es cuestionarse sobre la ideología que por obvia pasa desapercibida y
que muchas veces se imprime o no se toma en cuenta en el momento del diseño, es
también interrogar a todos los protagonistas del proyecto sobre su manera de
pensar este aspecto y así llegar incluso a proponer un modelo. Ejercitarse en
este aspecto es interrogarse por todo aquello que por fuera de la arquitectura
(historia, ciencia, sociedad, arte, cine, política, etc…) encuentra su razón de
ser en las preguntas que nos planteamos.
¿Qué
respuesta podríamos dar si nos piden diseñar un campo de concentración, un
centro comercial, una plaza, una iglesia o una vivienda? En todo diseño nos
jugamos nuestra ética sobre el cómo habitar los espacios, quizás este punto sea
el predominante para definir la razón de ser de nuestro proceso.
Pasando al
punto de la Función, normalmente en arquitectura se piensa en
espacios básicos, medidas acordes y sistemáticas que permitan que el proyecto
funcione, que sirva a su propósito. En este punto no se contradice lo anterior
pero se añade otra definición que el psicoanálisis también tomó en cuenta: La
función en su acepción matemática, aquella definición de función que relaciona
dos variables, de la cual se puede saber su operación en la medida en que una
variable es transformada en un resultado. La función es relación
entre elementos arquitectónicos. Los materiales, las texturas, el soleamiento,
el clima, los accesos, los colores etc. son variables que obtienen su valor en
la posibilidad de su relación con otros elementos. Los elementos arquitectónicos
se alinean en su poiesis, como el hilar de las palabras en las que cada
elemento condiciona su sentido. Evitamos aquí también no solamente los clichés
estéticos, sino también los clichés funcionales, una puerta quizás no sea el
objeto en sí mismo sobre el que operamos, quizás debamos pensar en un acceso, y
porque no en una frontera, en un límite con lo extranjero, y claro usualmente
una puerta puede ser el objeto arquitectónico que resuelva este sistema de
variables complejo.
Lo
Estructural es quizás el punto más difícil de
explicar. No pensamos solamente en estructura refiriéndonos a lo que permite
que algo se mantenga en su relación con la gravedad. La estructura en sí misma
es la posibilidad de pensar los anteriores elementos (habitar y funcional)
debido a que lo estructural es en sí mismo relación, es diferencia y vacío que
opera. La relación entre los elementos permite una estructura y para que exista
relación tiene que haber diferencia, tiene que operar un vacío. En este punto
se puede hablar también de un lenguaje arquitectónico que permite ordenar todas
las relaciones del habitar y lo funcional en una estructura que pasara al
dibujo y a lo materializable.
Por último la
pregunta fundamental está en lo que da lugar a los primeros rasgos del diseño.
Incluso las primeras ideas más intuitivas serán efecto de la experiencia sobre
este proceso que permitirá visualizar ya posibles soluciones. Se intenta con
esta lógica evitar formalismos y clichés normalizantes.
Establecer
una fachada a partir de un criterio estético, meramente formal, es tan
irrelevante para resolver todo el proceso propuesto, como pensar que la
blancura implica la sanidad. El hacer una estructura con características
tectónicas, o cualquier otra solución aunque exótica o inteligente, no se dirige
a nada más que al narcicismo de su creador si no toma en cuenta los efectos en
el habitar.
Es verdad
claro que el “alma” si se quiere del proyecto, no es una ciencia exacta, basta
recordar que uno de los componentes principales que influyen en nuestro diseño
son nuestra carga ideológica, y definitivamente esta o cualquier otra posición
frente a nuestro quehacer arquitectónico no será sino un reflejo de nuestra
posición de vida y de lo importante que se vuelva esta actividad en este
recorrido más amplio. En este sentido la arquitectura es también un arte y como
efecto tiene un sujeto que añadirá por supuesto aquellos rasgos que escapen a
toda lógica y que impriman en su proyecto su firma particular o en un proceso
grupal las dificultades y encuentros que se tendrán será el material
rico que dará lugar al resultado final .
En TRIZQUEL
intentamos construir esta propuesta cambiante. Definitivamente son primeros
bosquejos que nunca terminados serán nuestro verdadero recorrido y nuestro
mejor diseño.
Revisión: Por
lo pronto en una segunda revisión advertimos que la pregunta por el proceso de
creación arquitectónica no es quizás lomás importante. Se debe pensar los
procesos creativos desde la colectividad, los sujetos, habitantes y ciudadanos.
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