El
mito seduce como si en sí mismo se tratara de una verdad. Se olvidan
las alegorías y se toman a los personajes y sus dramas como si
encarnaran una verdad cifrada. La metáfora se utiliza para dar
validez a los argumentos que se desarrollan en el mito, y se puede
correr el riesgo de apuntalar el Edipo en el Edipo –es decir tomar
el mito como sostén de la verdad del concepto freudiano o
viceversa-. Lo que de verdadero, lo que puede apuntar a la verdad en
el mito es lo que se juega en la estructura y se puede reconocer de
esta a pesar de la carga imaginaria que tiene la fantasía.
Si
la verdad es la de la falta, la de una carencia en Un decir todo. La
aproximación a la verdad se da cuando en un medio decir apuntamos a
hacer válida esta condición de incompletud; a costa de sabernos
fallidos en el intento y al mismo tiempo tan próximos como la
paradoja y la angustia nos lo permitan. Esta lógica particular es a
la que invita el psicoanálisis, siendo imposible entender los
conceptos freudianos-lacanianos sin estar dispuesto a soportar -dar
soporte- este particular bucle lógico. Es entonces necesario
utilizar la metáfora y el mito tomando las precauciones de no
hacerlo ingenuamente.
En
una primera aproximación llama la atención el tiempo lógico que se
establece en Edipo.
Un Rey padre que advertido por el oráculo intenta evitar su destino,
termina paradójicamente encaminándolo. Edipo asesina a su padre y
ocupa su lugar junto a su madre sin saberlo, y es que el incesto en su
prohibicion esta operando en todo momento, aunque solo apre coup en
el conocimiento de lo sucedido la traedia se destapa. Edipo se saca
los ojos ante lo horroroso del incesto no transgredido en tanto
ignorado. Esta prohibición no se la trasgrede en carne y
espada (matando al padre y acostándose con la madre); sino en la
figura imposible de Edipo mirando sus propios ojos arrancados.
Realmente Edipo no transgrede la prohibición del incesto, sino de
hecho la sufre como en el más ominoso y gozoso de nuestros
sueños. ¿Se puede trasgredir el Amor? He ahí, en la prohibición no
transgredida del incesto que se juega una aproximación a la
estructura. No hay que extrañarse que este mito se vuelva célebre
en la pluma de Freud como fundante para el psicoanálisis.
En
el mito de Psique
y Eros
habrá muchas lecturas. No encuentro el drama principal encarnado
solo en la relación de ambos personajes. Si Eros hablaría como
analizante, seguramente habría que cuestionar la coincidencia de
que se enamore justamente de la mujer que compite con su madre por
ocupar su lugar. El conflicto pasa por los celos de una mujer
-Afrodita - por otra mujer que compite con su belleza, con su Ser
mujer, y así como en Edipo
intentando evitar un sino inexorable, Afrodita en este mito manda a
su hijo Eros a destruir a Psique y termina paradójicamente
alcahueteando esta relación. Ahora ya no es solo una mujer que cela
a otra, sino también una madre celosa, devoradora. Afrodita se volvió una suegra, !lo
que le espera a la desdichada psique!, pasar por los infiernos. Por supuesto nada de esto habría sido posible por otra parte sin la
envidia de sus hermanas. Si habría algo que llame al atención a lo
largo del mito es como se juega la pregunta por SER mujer en relación
a ser objeto amoroso, ya que la resolución del edipo se espera sea por la vía de la promesa de otra mujer, cualquiera que no sea la madre, lo que coloca al enamorado como en la carta del tarot en medio de un dilema que tendrá que resolverse con la flecha.
Buscando
leer de otro modo el SER y el AMOR en el mito, Psique
puede leerse como alma, esa relación al soplo, al viento que
etimológicamente nos lleva al último hálito de vida. Siendo
aquello irreductible que sobrevive incluso a la muerte, encuentro que
la noción de alma hace alusión al SER. Una sustancia que nos
determina en el más acá y que sostiene ese imaginario necesario de
un más allá, necesario en la medida en que sirve de función
especular para poder ubicarnos en ese más acá. Por otro lado
tomando el pre-texto el mito, hablar del Amor -de Eros-, como un
concepto que apunta a la noción de objeto, deseo y
transferencia.
No
hay que perder de vista que tanto
el SER como el AMOR, están relacionados por la falta. En el primero
la falta en ser la exige la lógica significante. En el Amor la falta
hace pulso en relación al deseo como el efecto de ese objeto pequeño
a perdido desde y para siempre. Para decir algo más de la relación
del amor y el ser, hay que volver a la noción de estructura que
apunta a lo que ES y a su vez la estructura ES lo que "no-es".
Este juego de palabras aunque puede ser formulado de mejores maneras, no se resuelve en última instancia. Es necesario utilizar estos
artilugios del lenguaje, ante la imposibilidad de llegar desde el
significante a decir algo de la estructura, ya que esta se define como
una función que hace falta despojar de las mascaras del imaginario
para concebirla en sus relaciones. La noción de estructura apunta a
una definición del vacío en su pura negatividad y como tal se
resuelve en última instancia en una paradoja que se da en
tanto se le da el valor de tal. Es la angustia señal de esta
aproximación a la estructura, riesgo en el que se sostiene la
cotidianidad de la práctica clínica, pues allá es hacia donde nos dirigimos allí donde las vías del amor de trasferencia vienen a
cuestionar a un sujeto falto de ser.
Desde una primacía
imaginaria el Yo encarna al ser, ese Yo especular que nos devuelve
una imagen completa de identificación. Por otro lado existe otra
relación al ser desde el registro de lo Real, al real no le falta
nada, y no por eso se consiente que tengamos acceso a este real. De
hecho la paradoja está en que tenemos acceso a la concepción del SER
de la sustancia, del todo, de un más allá, solo a partir de que
opera una falta, de estar condenados a un más acá; efecto de falta
en ser de los seres hablantes atravesados por el lenguaje. La
posibilidad de apuntar a la verdad se da en el matiz de un lugar
mítico de la completud, allí donde se dirigen las almas para
soportar un más allá, lugar del que estamos exiliados justamente
por nuestra condición humana. Esta posibilidad esta paradójicamente
posibilitada a partir de una falta fundante, de un objeto perdido
causa de deseo, el amor y el ser se funden en esta promesa de un paraíso que se resiste a ser mito y quiere volverse real-idad.
Alegoría de esos castillos a los que se atraviesa solo en un salto
en falso hacia el vacío, como lo haría Psique para llegar donde su
amado.
El
amor da cuenta de esta necesidad de SER para un otro, tema recurrente desde las novelas cursis, los dramas griegos, el
paso por los divanes (otras novelas) etc. El amor es lo que conmueve
esta búsqueda que se dirige desde nuestra tachadura a buscar en el
otro, ser objeto de amor y enamorarnos en esta compartida alienación.
Aquel que teniendo un rasgo, un algo, podrá venir a ser la persona
amada a quien se dirijan nuestras demandas -toda demanda es demanda
de amor- demandas que tendrán que sobrevivir al fracaso, dejar caer
los ideales e instalarse en una rutina benévola que permita
que los fantasmas se sostengan sin mirarse de frente directamente,
con la duda permanente que del otro lado de la oscuridad este lo
horroroso.
Nuestra
condición humana es la de estar enamorados, la de la histeria, la de
la búsqueda, la del síntoma. Habrá que consensuar nuestro síntomas para soportar los efectos que la falta zanja en nuestras vidas.
Soportar cuando nuestra pretensión de SER la persona AMADA no se
sostenga. Si para eso habrá que construir la teoría del mito de
nuestra vida, habrá que hacerlo, al costo de aun sabiendo seguir
viviendo.
Actualización ene/2014
Reconozco el interés de exponer lo que de imposible tiene la estructura a través del mito. Releyendo reconozco también que se pudo decir más del mito en tanto alude a lo masculino y lo femenino, como instancias encontradas y necesarias para psique, así como al drama de los enamorados a la que el mismo eros no esta exento, que termina siempre con una pérdida, la flecha no falla el blanco, a pesar de lo que eros intenta ocultar.
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