La práctica clínica que escucha el malestar de un paciente, es una puesta en acto de una Ética fundamental sostenida según la concepción teórica del sujeto, ser humano, individuo, cliente, organismo, ser bio-psico-social etc. Todas estas y algunas otras formas de nombrarlo ya dicen y dejan de decir los sesgos que atraviesan su concepción.
En los ámbitos de la conducta, el deseo, lo social, el órgano; lo Ético, no implica solo una práctica clínica moralmente aceptable, no está en el orden de los cánones del buen hacer, o del bien decir. Se trata de una ética en la medida en que implica una dirección, en el caso del psicoanálisis a hacerle frente al sujeto con su condición de deseante, efecto que no puede dejar de ser Ético y terapéutico.
Lo tabulable, medible, repetible, comprobable, que obedece a la lógica de la evidencia científica de una conducta, una idea, su manipulación, reforzamiento, educación, dominación y sus efectos; no implican el cuestionamiento de una posición Ética, aunque la que la sostiene y subyace no tiene como centro al sujeto sino a la verdad de la ciencia. Muchas prácticas clínicas tienen como sostén una verdad que no es la del sujeto sino la científica, ancladas en un andamiaje teórico que se ordena y retroalimenta avalando una práctica que se hegemoniza.
Desde donde se escucha en la clínica del malestar dice mucho de los efectos y las direcciones hacia la cura que se busca. Una cosa será escuchar la verdad del sujeto y otra diferente será atender a la verdad de la ciencia y su evidencia.
La verdad siempre hallará un lugar. Por estructura lo menos evidente será la verdad del sujeto, condición de obstáculo y posibilidad del psicoanálisis.
*Cínica en vez de Clínica es un lapsus que se decidió hacer valer.
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