santiago rueda montoya
QUITO, JUNIO DE 2013, resumen presentación abc..dario Freud<>Lacan
No basta definir la estructura como las relaciones de sus elementos, hace falta incluso abstraer los elementos para hacer énfasis en la diferencia, en la pura alteridad. Resulta difícil definir la condición estructural aunque se utilice el orden de lo real como imposible, de lo inefable, lo indecidible, la différance, una aporía, una paradoja, un bucle recursivo, un anatema, un tiempo lógico retrogradiente. Parto por la pregunta del porqué de esta dirección del psicoanálisis hacia la condición de estructura, dirección: epistemológica en su hilar teórico, y ética en su práctica clínica; teniendo la angustia de telón de fondo.
Planteo la estructura desde la alteridad en sí misma, una condición binaria que nos pone en la lógica de la presencia y ausencia, de lo positivo y lo negativo. Por una parte, el positivismo esta en el orden del sentido, de lo tabulable, cuantificable, del orden de lo medible de las proporciones y razones, se juega en el campo de la conciencia y de la ciencia. Por otro lado se apunta a la deconstrucción, al movimiento arqueológico, que retirando la mampostería, reconoce las relaciones que subsisten a los hechos. Es por vía de lo topológico que en las relaciones se desarma el sentido los juegos del lenguaje, de poder.
Se corre el riesgo que este movimiento, en contra del sentido, sea concebido como una retroversión de lo positivo, es decir, que la lógica positivista lo embista y lo absorba; destino comprobado de posiciones subversivas que ahora son parte del mercado y nuevos ideales. Propongo entonces para no caer en la tendencia hacia lo positivo, andar de puntillas por este terreno y plantear la pura alteridad como resguardo.
La función de la alteridad se inscribe en la medida en que hay una segunda marca. Lacan propone la escritura canon de la estructura como S1 ---> S2. Esta fórmula en apariencia simple pone el operador en lo que está entre, en el vector. Solo gracias a que hay un entre es posible pensar una diferencia y con la diferencia un resto, una alteridad. Si queremos restar 6 de 3 habrá que pensar que hay una diferencia entre uno y otro; no se puede restar uno de sí mismo sin arriesgarnos a la angustia de muerte.
Esta condición mínima de estructura que implica el resto, permite el desarrollo de la matemática, derivandose de este axioma la posibilidad de la suma, la multiplicación, potenciación, permutaciones; hasta las funciones de onda, las teorías de incompletud, la topología. Este devenir es lógico, entendiendo la lógica como el movimiento mismo de lo que se desarrolla a partir de un orden, necesario como efecto de esta alteridad estructural. La posibilidad de la lógica está en la medida en que del primer vector se da el vector retrogradiente S1 <--- S2.
Pensemos las posibilidades que encierra la estructura. Qué “lugar” tendría el espacio si no se inscribe la pregunta dialéctica de establecer el “ese no soy yo” Movimiento dialéctico que como lo propuso Hegel desarrolla una historia universal qué tiene como marco un tiempo y espacio. El tiempo es condición de cambio, posible solamente en la medida en que nadie es idéntico a sí mismos, en cada segundo que marca la cadencia el significante, el sujeto deviene otro en la cadena; condición necesaria para la clínica de la palabra. El espacio no es posible solo como un lugar medible, positivo, sino que lo define la imposibilidad de que un lugar pueda ser ocupado al mismo tiempo, no solo en la física, en el real; sino gracias a la imposibilidad de ponerse en el lugar del otro. Un espacio en el mundo es posible gracias a un espacio topológico estructural, a que hay lugar para el sujeto. Esta lógica que parte de la estructura tiene un isomorfismo con el real de la física, del mundo, no hay que desconocer la lógica darwiniana, pero tampoco hay que desconocer la lógica topológica.
Esta condición de alteridad de la estructura, presencia-ausencia, nos permite lo que llamamos “conciencia de sí” en el sentido dialéctico, poder concebir el uno frente al otro y esta es condición de transferencia. Me reconozco en el otro y por ello el otro se reconoce en mí, no en una intersubjetividad sino desvirtuando justamente el lugar de un agente. El otro puede ser el uno, lo que me pone en la posibilidad de la enajenación y de la pregunta por el deseo a partir del deseo del Otro que no es semejante. El riesgo de topológicamente “ponerse en el lugar” del Otro para resolver la pregunta por su deseo implica una enajenación, la angustia, la muerte; de esta pregunta nunca resuelta deriva el deseo, la falta, el inconsciente. No es coincidencia que el inconsciente se estructure de la misma manera que el lenguaje, siendo este justamente lo que hace lazo; ni que el deseo por estructura sea inconsciente ya que es condición necesaria para que la enajenación se vuelva alteridad y no angustia, por ello lo que se reprime esta en el orden del thanatos, de la muerte, de “lo malo”, el anatema, el asco, de lo vergonzante que se da solo en la posibilidad de que el otro reconozca mi deseo, es decir en la sexualidad.
Freud teje, desteje a partir de sus hipótesis, de sus propios cuestionamientos. Planteo la hipótesis de un movimiento epistemológico de la teoría freudiana hacia la condición de lo estructural. Desde sus primeros escritos donde desarrolla la pregunta del por qué de la histeria, ya hay una dirección que decentra la insistencia en un paradigma médico hacia la cura por la palabra pasando por la hipnosis. Desarrolla en sus textos canonicos una teoría sobre el concepto de inconsciente planteando el funcionamiento psíquico en los mecanismos de la condensación y el desplazamiento, entrando en la lógica inconsciente, la represión y el sentido de las formaciones. Movimientos que marcan una ruptura epistemológica clara de descentramiento de un entendimiento positivista a uno pensado en las relaciones lógicas de un inconsciente no gobernado por la razón ni la cronología, sino un inconsciente relacional y que en un comienzo parece ser una no-conciencia u otro consciente. Movimiento epistemológico hacia la estructura que se reconoce como ombligo del sueño en el que gravitan la posibilidad misma de la interpretación, ya en esta figura se resuelve algo de lo inacabado y no solo inteligible sino estructural condición misma del carácter inconsciente del sueño y de sus mecanismos.
Freud atiende a sus pacientes y ya no busca en los órganos sino en la escucha de aquello que estando reprimido. La condición de lo reprimido como aquello que opera en la ausencia de la conciencia, es como trabajar con el efecto de aquello que no está, ¿dónde ubicar la causa, en lo que no está en la conciencia o en lo que habita en el no lugar del inconsciente? La preocupación por la sexualidad le viene a Freud de los relatos de sus pacientes y de que la palabra halla lugar en el cuerpo, lo erogeniza lo envuelve, se libidiniza. ¿El lugar del inconsciente es el cuerpo? En ese cuerpo que no es órgano, se dirige transferencialmente a quien lo escucha con su voz, su mirada, sus heces. Freud aborda la sexualidad partiendo de las “desviaciones”, y es que la manera de abordar el tema de la sexualidad desde una estructura pulsional y de su condición de parcial es a través de pensar la sexualidad dirigida a una meta no natural, lo que evidencia Freud es el carácter parcial de la pulsión, gracias quizás al objeto fetiche, que desvía la meta. La posibilidad de decentrar el objeto como positivo hacia la función hacia el lugar que puede ser ocupado por cualquier cosa es un movimiento que se dirige a lo estructural primordial, es dejar lo imaginario de una sexualidad hecha para un objeto y meta hacia el orden real de la sexualidad.
Si revisamos a groso modo las cavilaciones freudianas se puede concluir que sienta las bases al estructuralismo como cuestionamiento al positivismo y que el psicoanálisis freudiano se ancló luego en su propio efecto para dar el paso del estructuralismo a la noción lacaniana de estructura. Lacan formaliza en las herramientas estructuralistas de la antropología, la lingüística y la matemática el andamiaje teórico que apunta la condición de "a", sostenido en una lógica significante, y el concepto de Otro.
El retorno a Freud lacaniano lo pienso como un recorrido por este hilar epistemológico hacia lo estructural. Definir la estructura es ya tarea imposible, como el gobernar, educar y psicoanalizar, porque su condición es justamente la de lo que esquiva. Hay varias aproximaciones a la estructura desde diferentes saberes. Pensar la differance Derridiana como esa mera alteridad. Derrida necesitará tomando el estilo de Hidegger profanar el significante subrayándolo, tachándolo, haciendo corte para dar cuenta de esta vacuidad. Se puede concebir la estructura desde las teorías de incompletud de Gödel, el nombre perdido de dios, los bucles lógicos, lo no-lugares del espacio-tiempo, lo real. Condición inefable, inasible, indecidible, aporética, paradojal, recursiva, imposible.
Hay que estar advertidos que el riesgo está en pensar la estructura como un movimiento hacia lo negativo, movimiento que puede ser solo de sentido, una cuenta positiva de opuestos, por eso la alteridad no es de opuestos, no es diferencia en la medida de la comparación de lo que falta o sobra, es más bien operar con el vacio en la pura alteridad. La condición de alteridad que tiene el significante lo hace siempre otro a sí mismo, lo define desde la posibilidad de no-ser, no en la diferencia con otro significante sino en un no-lugar que opera pudiendo ser ocupado, que se vuelve topos-lugar en la medida en que de todas las posibilidades la estructura se ordena de un cierto modo gracias a la batería significante del Otro que no es el mismo para todos ni idéntico a sí mismo. Siempre se corre el riesgo de que en un momento dado el espejismo se desvanezca y salte la angustia a mostrar esta falta de referencia. La angustia como estando entre goce y deseo, no es más que la aproximación a la estructura.
¿Por qué el psicoanálisis tomó esta vía hacia lo estructural?, ¿por qué la dirección de la cura apunta a atravesar este fantasma? ¿Qué impone este movimiento clínico en la práctica psicoanalítica? ¿Qué condiciones éticas en el deseo del analista se enmarcan en este desfiladero hacia la angustia?
En dónde se ancla el llamado a la responsabilidad por la condición de deseo del sujeto, si no es en un llamado a la función fálica, en el anudar del síntoma. El psicoanálisis es falocentrista y es que hay que aproximarse a la estructura para apuntalarla, para hacer un llamado a la ley, a que el falo opere, so pena de que la angustia brote por todos los orificios. El acto analítico no es solo un darse cuenta, es un hacer, es un acto, un corte que se encarna y del que la angustia es señal, una angustia no sin objeto porque de no tener objeto la desnudes de la estructura nos obligaría a arrancarnos los ojos como Edipo, en la imposibilidad de transgredirla.
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