VÉRTIGO

En el libro de las caras, las páginas se saltan de parte en parte de la historia para leer el tramo de si mismas que les corresponde.  La numeración y los pies de páginas viajan descontrolados impulsados por las pastas de los tomos de los libros de las caras. 

Algunos han repetido ya varias veces la historia y cada vez resultaba diferente.  Porque la historia seria una si todos mantuvieran por un instante un orden perfecto.  Si cada párrafo,  palabra y signo de puntuación se quedara detenido.

Pero entonces no habría nadie que pueda salirse de su norma, no podría mentir y caer en la cuenta de que nadie puede leer su pensamiento; fuente de todo enigma ético.  El enigma no es uno y hay multitud de formas de responder a la cuestión, pues la misma frase no implica que se plantee la misma pregunta. 

Así como en el dilema del tranvía,  no se trata de La vida,  se trata de que no es una, dos o cinco; sino que se decida lo que se decida se pierde,  queda un resto.  Son los infinitos grandes o pequeños,  porque cada punto de la materia y del tiempo espacio, nos permite ser diferentes

Todo esto pasa en el libro de las caras porque nadie soportaría no ser el primero en acabar con el orden y atreverse a leer su nunca la misma historia de su vida y contemplar el vértigo.

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