La gente sobre valora el aspecto, todos queremos ser guapos. El guapo es el protagonista, puede no ser el bueno, pero será el exitoso. Inclusión para ser un buen malo hay que ser guapo.
Pero habemos quienes por un defecto manifiesto o imperceptible, un ángulo obtuso atravesando la cara, un area demasiado inclinada, un volumen trucado en un punto antigeométrico, o una desconfianza agresiva en la mirada; somos feos.
Entonces la importancia de la primera impresión se vuelve una máxima de la reducción al absurdo de los hilos de la marioneta social. Creemos que vivimos entre edificios, buses, pavimento, paredes, creemos que estamos entre sofas y tvs, pero realmente estamos entre caras.
A pesar de ello, a veces nos reconocemos y no es el rostro lo que a uno le suena, sino un te quiero, o una palabra. Nos reconocemos en lo aterrador que se esconde detrás de nuestra máscara y entonces me puedes decir, hay algo chueco en tu cara.
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