“El psicoanálisis no es una psicología del yo. El psicoanálisis tampoco es
una ideología de la exaltación del sujeto” (Iván Sandoval)
El sujeto del psicoanálisis no es el de la
arquitectura. Si habría que construir conceptualmente un sujeto de la
arquitectura diría que es el sujeto que habita.
Si habría que hallar una relación posiblemente fecunda entre saberes como
el psicoanálisis y la arquitectura habrá que partir de la hipótesis de un
sujeto, de un sujeto en la arquitectura y en el
psicoanálisis, evidentemente del sujeto que habla, pues no habría la
posibilidad de plantearse un habitar por fuera del lenguaje.
¿Sujeto que habita en el lenguaje? ¿Sujeto que apalabra su habitar? La
relación del lenguaje al sujeto, no es simplemente el de un accesorio o una
herramienta de comunicación. Ya la filosofía y las ciencias sociales en general
desde el estructuralismo de mediados del siglo pasado entienden la realidad
humana como una construcción discursiva. Las ciencias positivas fuertes, a las
que les estorba el sujeto, todavía no espabilan ante este paradigma, buscando
un criterio de verdad y universalidad científica en la contabilidad de la
materia y la evidencia. Por otro lado paradigmas socio-constructivistas bogan
por una realidad discursiva que les sume en un relativismo que plantea reivindicaciones
importantes así como también abismos éticos frente a la realidad de un mundo
sin ley fuera de una estructura normalizante. El psicoanálisis por su parte,
propone el parletre, el ser-hablante, un concepto complejo que necesita ser
contextualizado en una teoría del sujeto y del lenguaje sin parangón, efecto del
punto de inflexión de la teoría freudiana y producto de la lectura Lacaniana,
una teoría que por su carácter subversivo no conviene siquiera su popularización,
lo que la mantiene a resguardo dentro de una ignorancia atrevida y generalizada.
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