El niño se mira al espejo de la mirada del otro y logra por primera ver plantearse un "ese" soy yo. Hace falta "ese" como tercero que medie entre el yo y la mirada de un otro para ubicar el lugar del sujeto. "Ese" que es nuestra imagen nos mira desde una posición invertida, desde un lugar al que no se tiene acceso. La mirada provoca una fascinación que no la tiene la forma de nuestra nariz o los gestos de nuestra frente. Hablamos a los otros buscando o evadiendo su mirada, so pena de que encontremos nuestro deseo reflejado en ella.
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